Capítulo 32.

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Anneliese

Diosa, esto es hermoso. Desde el avión se ve el amanecer, tengo que despertar a Zack.

—Amor — susurro pasando mi dedo por su mandíbula —. Pronto vamos a aterrizar.

Sigue sin responder y necesito que vea el paisaje tan hermoso.

—Vamos, levanta — dejo unos besos por su cara y él me abraza fuerte.

—¿Qué ocurre?

—Estamos llegando.

Nos levantamos y él mira el paisaje dejando un beso en mi cabeza. Nos vamos a los asientos para ponernos el cinturón y llega Gabriela, la azafata.

—Buenos días, ¿les traigo algo?

—Buenos días — respondo —, me gustaría tomar un zumo de naranjas.

Zack no pide nada y enseguida me trae el zumo.

****

—Esto es hermoso — un coche nos estaba esperando al bajar del avión y nos ha conducido por toda la isla hasta llegar a nuestra zona, donde hay más de siete casas. El paisaje es increíble.

Todo lo hice con ayuda de mi madre, quería darle un regalo especial a Zack y no sabía si le iba a gustar este viaje, pero por su cara puedo decir que sí. Parecemos niños pequeños mirando todo con curiosidad y asombro. De verdad que esto es realmente hermoso.

Al bajar del coche nos dirigimos a la casa, que es enorme. Todos los espacios son abiertos y eso hace que tenga toda la luz que el día proyecta.

—Muchas gracias — le digo al hombre que nos ha traído y se despide.

Al entrar vemos que nos han dejado el desayuno preparado. Hay de todo, frutas, tostadas, bacon, huevos. De todo. No hace falta decir que nos lanzamos a la comida como unos muertos de hambre.

—Está buenísimo — habla Zack sin dejar de tragar.

Terminamos el desayuno y subimos a la habitación para dejar las maletas y poder cambiarnos. Zack se pone un pantalón corto y yo un bikini de dos piezas.

La casa está a pie de playa, hay otras más alejadas, pero no veo a nadie ni escucho nada. Hemos bajado a la planta baja para salir al exterior.

—No, Zack — murmuro cuando me agarra de la cintura y noto que tiene la intención de tirarme al agua.

—Lo siento, mi dulce mate, pero te noto acalorada — responde y me suelta a la piscina. Me tira como si fuese una pelota.

Salgo a la superficie para verlo con una sonrisa enorme y me cruzo de brazos con una ceja alzada. Zack baja la mirada un poco y me doy cuenta de que está mirando mis pechos.

—Me debes una — le digo y él solo asiente.

Bien. Un poco de diversión no le hace daño a nadie. El cabello lo tengo recogido en un moño y llevo mis manos atrás para desatar el bikini. Zack alza una ceja y le sonrío dulcemente cuando le lanzo la parte de arriba que le da en el pecho.

—Tienes razón. Estoy acalorada.

Sus ojos se vuelven más negros y se tira al agua de cabeza. Con pantalón y todo. Cuando llega a mi lado me gira hacia él, quedando cara a cara notando como pasa sus dedos por mi espalda.

—Estás mostrando lo mío — su voz sale más ronca —. Suerte que no haya nadie cerca o lo habría matado.

Me lanzo a su boca. Lo beso como si mi vida dependiera de ello y él me lo devuelve con la misma intensidad.

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