Capítulo 80.

4.4K 303 14
                                    

Anneliese

Despierto y me encuentro sola en la cama. Zack ha tenido que ir a la empresa para seguir viendo el nuevo proyecto del hotel.

En el baño hago mis necesidades y bajo a la cocina para comer algo. Mi barriga crece día a día y estoy deseando que llegue el momento para conocer a mi hermosa bebé. Zack también está ansioso por verla y lo escucho susurrar por las noches que tiene que llegar pronto. Él piensa que no lo escucho.

Termino con mis sándwiches de jamón y queso para tumbarme en el sofá para ver televisión esperando a que la mañana pase rápido. Me pongo de mal humor cuando no tengo a Zack conmigo. Lo necesito a mi lado.

—¿Te queda mucho? — le pregunto a través del link.

—No mucho, cariño. Una o dos horas, duerme un rato, aún es temprano.

Corto el link y me levanto para ir a la habitación, donde me pongo a ordenar la ropa y el tocador para que la mañana se me pase rápido. No tengo ganas de dormir y no puedo hacerlo sin él. También la ropita de mi niña, le hemos comprado de todo y las chicas se han vuelto locas también. Me encanta que la quieran cuidar mucho y la van a proteger de todo.

Las horas se me van y escucho la puerta de casa. Mi hombre ha llegado. Me levanto del suelo justo cuando entra a la habitación y le sonrío.

—Mi amor — lo beso y me abraza con fuerza llevando sus manos a mis nalgas.

—Hola mi dulce mate.

—Te necesito — susurro comenzando a desvestirlo.

He estado toda la mañana pensando en él y esperando por esto.

—Déjame ocuparme de ti — susurra en mi oído dando un mordisco en el lóbulo de la oreja y me estremezco.

Se quita la camisa y me da una vista fantástica de su pecho, lleno de tatuajes y músculos. Mi hombre es perfecto. Le bajo los pantalones y ahí está, su erección apretada en sus calzoncillos.

Me quita el vestido por la cabeza y las bragas para dejar varios besos en mi barriga y luego se levanta.

Se aparta para ir a la cama y de su mesita de noche coge algo que no me da tiempo a ver. Se sienta, dejando su espalda en el cabecero, con las piernas abiertas para que vaya a su lugar.

—Ven, cariño. Tu espalda en mi pecho.

Mi piel se eriza al oír su voz ronca y hago lo que dice sentándome entre sus piernas. Su erección presiona mi espalda baja y siento mi clítoris palpitar. Suelto un suspiro al sentir su calor en mi espalda y dejo caer mi cabeza en su pecho.

—¿Calmada? — asiento, sintiéndome en paz — Bien, haremos algo nuevo.

Asiento dejando que él se haga cargo y haga lo que tiene en mente. Puede hacerme cualquier cosa que me encantará. Él es perfecto y todo lo que hace me vuelve loca. Jamás pensé que el sexo sería tan placentero, una vez más me demuestra que con él es fantástico.

Besa mi mejilla, mandíbula y baja hasta mi cuello. La piel se me eriza y abro las piernas un poco cuando sus manos rozan mis muslos. Manos fuertes y grandes que masajean mi carne. Cuando se acerca a mi centro suelto un suspiro y dejo mis manos en sus muslos.

—Mi dulce mate — ronronea pasando su nariz por mi cabello —. Abre las piernas para mí.

Lo hago y deja besos en mi mejilla. Sus manos vuelven a subir hasta mis pechos, pellizca mis pezones y las siento más pesadas que antes. Me está excitando muchísimo y lo necesito ya. Junto mis piernas buscando fricción, pero él niega y las separa con sus manos.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora