Capítulo 63.

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Anneliese

He estado toda esta semana ansiosa por decirle a mi familia que estoy esperando mi primer cachorro.

—Cielito, estás muy rara esta semana — Adha me corta el paso cuando voy a sentarme en la mesa de la cafetería —. ¿Te pasa algo?

Niego con una sonrisa nerviosa y la rodeo para sentarme en la mesa. Necesito comer tranquila mi gran bocadillo. Mi hombre me lo ha preparado esta mañana y estoy salivando por hincarle el diente.

—¿A Zack o al bocadillo?

—A los dos, Freya, a los dos — respondo con burla y se ríe.

Mañana tengo pensando darles la noticia de mi embarazo a todos juntos en casa. Voy a hacer una comida y la sorpresa vendrá en el postre. Necesito ver la cara que ponen todos al saberlo. Solo mis padres y mi tía Aleska saben por ahora.

—De verdad que estoy bien. No os preocupéis — les digo dándole el primer bocado. Gimo gustosa al sentir los sabores.

—Bueno... — habla An — entonces mañana hacemos una comida todos juntos, ¿no?

—Sí, también estarán Oliver y Luca — les hago saber.

Veo como se sonroja un poco y me burlo de ellas. Poco después suena el timbre, informando que el tiempo de descanso ha terminado, y volvemos a clases.

Casi me quedo dormida en la última hora al escuchar al profesor de inglés.

—Mañana nos vemos, chicas — me despido de ellas cuando veo el auto de mi hombre.

—Hasta mañana — dicen ellas.

Me lanzo a sus brazos cuando entro al auto y comienzo a besarlo. Con solo verlo me enciende y me dan ganas de hacer de todo.

—Vamos a casa — susurro en sus labios —, te necesito.

—Joder, Anneliese — suspira y se acomoda en el asiento.

Llegamos en menos de diez minutos y un sonido ahogado sale de mi boca cuando Zack me lleva en brazos a nuestra habitación y me deja en la cama. Me quita la sudadera y luego me arranca el resto hasta dejarme desnuda y a su merced con las piernas abiertas.

—Tan hermosa — gruñe rodeando mi cuello con su mano con el pulgar en el punto donde nota mis latidos frenéticos — y solamente mía. Los dos sois míos.

Oh, Diosa. Ya estoy húmeda y no ha hecho nada.

Mantiene su mano en mi cuello mientras pasea la otra por mi cuerpo desde mis pechos hasta mi barriga, deja una caricia y sigue bajando hasta que llega a mi monte de venus.

—Mi amor — lloriqueo para que siga bajando.

Un gemido sale de mi boca cuando mete dos de sus dedos.

—¿Cómo te sientes al llevar mi cachorro, Anneliese? — pregunta con la voz ronca haciendo presión en mi cuello — Ahora me perteneces más que nunca.

Tomo una respiración profunda a la vez que curva sus dedos, tocando ese punto que me pone a ver las estrellas.

—Siempre te he pertenecido, mi amor — susurro en sus labios.

Sus ojos, ahora más negros que nunca, se fijan en mi barriga y sigue bajando la vista hasta llegar a donde sus dedos están enterrados. Los saca para llevarlos a su boca y tengo que abrir la mía para tomar aire al ver como se limpia mis jugos.

—Cada día más dulce — gruñe mirándome como un lobo hambriento con ganas de cazar —. No sé lo que quiero primero, si enterrarme profundamente dentro de ti o devorar esos dulces jugos.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora