Sempiterno

Capítulo 25.

Zack

—¡Despierta! — grita mi lobo como un desquiciado y me levanto de un salto.

—¿Qué ocurre? — pregunto mientras me levanto y miro a los demás que siguen dormidos.

—Algo va mal, no puedo hablar con los demás, los hombres de Kenzo no responden.

Me levanto de un salto, despertando a Anne que me mira con confusión preguntando qué pasa.

—¡Protege a las niñas! Han entrado en la manada, protegelas con tu vida — grita Kenzo sin aliento —. Voy en camino.

Mierda. No hay tiempo que perder, si los hombres de Kenzo no responden y él se dirige aquí, solo significa una cosa. Están cerca de nosotros.

—¡En pie! — grito quitándoles las mantas a todos. Luca y Oliver lo hacen de un salto mientras Ethan se queja — Han entrado en la manada, joder, en pie.

Lo hace de inmediato y veo a Anne pálida. Adhara tiembla, pero no por miedo, esa desquiciada no tiene miedo a enfrentarse a nadie.

—¿Qué ha pasado? — pregunta Ethan.

—Han entrado en la manada. Tu padre viene hacia aquí y los hombres que estaban vigilando no responden.

Se lleva las manos a la cabeza susurrando cosas y me dirijo a Anne.

—¿Has traído tus dagas?

Ella asiente todavía sin hablar y dirige la vista a su bolso. Lo tomo para abrirlo y veo las cuatro fundas con las dagas dentro.

—Silencio — escucho a Luca decir mientras agarra el brazo de Adhara —. Están cerca.

Estos hijos de puta no saben con quién se han metido.

—Necesito que os quitéis el pijama y os pongáis ropa con la que podáis luchar si es necesario — miro a las cuatro con sus pijamas de pelos coloridos, pareciendo unos bultos andantes.

Ellas de inmediato se cambian, sin pudor, mostrando sus ropas interiores. Me pongo frente a Anne mientras se cambia.

Es lo mismo que un bikini. Es lo mismo que es bikini. Es lo mismo que un bikini. Me digo repetidamente al ver esas pequeñas bragas marcando el culo que tiene. No es hora de pensar en eso, Zack. Nos están atacando.

—No os acerquéis si no es necesario — les digo a ellas y a Ethan, ya que aún no tienen sus lobos y no sé cuántos pícaros habrán conseguido entrar.

Alguien nos está traicionando y es de nuestro entorno, saben donde estamos. Los huelo y siento que mi lobo quiere tomar el control.

—Están cerca — dice Anne en un susurro y salimos todos de la tienda de campaña.

Escucho como vienen corriendo hacia aquí. Son más de diez.

—Dame el control.

—Un minuto, espera un jodido minuto, Sirius — le digo haciéndolo gruñir, sintiendo su rabia.

—No las pueden tocar — les digo a Oliver y Luca señalando a las demás.

Ellos asienten con firmeza preparándose. Sus lobos también están ansiosos por salir.

El trote de las patas contra el pasto se escuchan cada vez más cerca, a unos metros. Y entonces es cuando los veo. Diez putos lobos, pícaros por supuesto, pero hay uno en su forma humana.

—¿Quiénes sois? — le pregunto y él solo dirige la vista a donde están las demás, justo a mi novia.

Doy un paso al lado para tapar la vista mientras observo a sus perros.