Capítulo 81.

3.9K 295 8
                                    

Anneliese

Hoy 24 de agosto es el cumpleaños de mi querida Anastasia. Cumple sus dieciocho y estoy deseando llegar a su casa para verla, ayer estaba muy nerviosa cuando hablamos con ella por videollamada. Está asustada también de que Oliver no sea su mate porque de verdad le gusta mucho y llevan unos meses saliendo.

Yo estoy segura de que sí lo son.

Me estoy dando una ducha rápida con Zack porque ya vamos tarde, nos hemos quedado dormidos y ya nos están esperando. No me han dicho si son mates o no, estoy segura de que me están haciendo esperar por llegar tarde. Una forma de castigo.

Cuando salgo me pongo un vestido negro y dejo mi cabello suelto para que se seque al aire libre. No tengo tiempo para maquillarme ni hacer nada. Me ven a matar y odio llegar tarde a los sitios.

—Lo entenderán, tranquila. Saben que un embarazo cansa — me calma Freya.

—Lo sé, pero no me gusta hacerlos esperar.

—Hermosa como siempre — susurra Zack dejando un beso en mi hombro.

—Gracias mi amor — me doy la vuelta dándole un beso en sus labios. Me tomaría mi tiempo, pero como empecemos, no acabamos.

Salimos de casa para montarnos en el coche y llegamos a la casa de An en veinte minutos. Desde la calle se escucha el ruido de las voces y cuando toco el timbre se quedan en silencio.

—Ya era hora — dice el pequeño Ismael cuando abre la puerta y nos deja entrar.

Todos están alrededor de la mesa, hablando o comiendo y yo me acerco a mi querida An.

—Feliz cumpleaños mi hermosa An — la abrazo y ella pasa su mano por mi barriga. A todas les encanta hacerlo y a mí me relaja mucho.

—Muchas gracias, Anni.

Escucho como Zack la felicita cuando me siento en la silla para comer algo. Hay de todo y lo primero que cojo son las fresas que se ven y huelen deliciosas. La fruta fresca recién sacada de la nevera me encanta y a Odette también porque se mueve como loca.

—Que hermosa estás mi dulce niña — mi abuela Sinnia pasa su mano por mi barriga haciendo que Odette se mueva un poco más y ella sonríe —. La pequeña me reconoce.

—Por supuesto que lo hace. Estoy deseando que nazca ya.

—También tiene que reconocer a su abuelo — habla papá apoyando su oreja para escucharla —. Será hermosa como mi niña.

Sonrío al ver la ilusión de mi padre. Al principio pensé que iba a estar un poco enfadado o decepcionado por lo joven que soy, sin embargo, fue el primero en darme la enhorabuena y alegrarse por mi bebé. Él no me lo ha dicho, pero sé que ha comprado un montón de ropa y juguetes para su nieta. Sombra, el lobo de mi padre, me lo ha dicho.

—También tiene que reconocer a su abuela — mamá se pone a un lado pasando su mano por mi barriga.

Le sonrío cuando deja un beso en mi mejilla.

Ellos siguen desayunando. Nadie me ha dicho si son mates aunque siento que sí.

—¿Sois mates? — no puedo evitar preguntar. La intriga me está matando y nadie habla.

Se quedan en silencio y una sonrisa aparece en sus labios.

—¡Sí! — grita An mirando a Oliver —. Y mi loba se llama Dana.

—Me alegro mucho y tiene un nombre muy bonito — le digo terminando el desayuno. Gracias a los Dioses que los han unido.

Hablan entre ellos y los pequeños comienzan a correr por la casa. Iryna también está, ya es de la familia. Valentino está dormido y me acerco a mi pequeño Ian cuando termina de comer que ya me está mirando una sonrisita.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora