La tortura no siempre va acompañada de dolor, aunque nadie nunca podía librarse del tormento que esta causaba.
Y cuando este tormento aparecía en forma de persona, entonces la tortura estaba más que asegurada.
Tal vez esta historia se remonte a muchos años atrás, cuando los bandos de distintas pandillas comenzaban a consolidarse en los alrededores del narcotráfico. Hombres jóvenes que podrían causar terror a cualquiera eran los elegidos para los trabajos arriesgados en los puertos costeros.
Y en uno de estos grupos pequeños había dos amigos que siempre elegían permanecer juntos en sus respectivos puestos dentro de la pandilla.
O más bien, elegían, ya que la común competitividad para llegar a lo más alto y coronarse como el mejor y próximo líder, acabó por distanciarlos hasta el punto de convertirlos en enemigos.
La pandilla creció, pero por separado, y ahora los que un día fueron compañeros y amigos, no podían verse sin que las balas volaran de un lado a otro.
Ambos se querían muertos, pero sus familias no sabían la razón de ese deseo.
Era así como Ryeo Keun y Jeon Hwajun pasaron a ser rivales que pretendían sabotear cualquier paso que pretendiera dar el otro.
Pero era algo tan personal entre ellos, que sus esposas no eran conscientes de todo lo que podían llevar a odiarse.
Aunque más de una vez hubieran acabado dañándose.
— Ay, mira el esmalte que elegí cuando fui al salón de belleza ayer —la señora Jeon extiende sus manos hacia su lado.
La señora Ryeo estaba a su lado, sentada también sobre una esterilla especial para el yoga. Agarra sus manos para ver sus uñas mientras abría su boca.
— Te sienta genial el azul, Sunhee —la señora Jeon sonríe— Yo quiero ir al salón de belleza la semana que viene.
— Pues deberías llamar —ambas se levantan después de que la clase acabara— Me dijeron que se irían de vacaciones.
— No me digas... —suspira la señora Ryeo— Tendré que llamar pronto —ambas asienten.
Sí, mientras el señor Ryeo y el señor Jeon parecían querer matarse cada vez que se veían, sus esposas eran compañeras de yoga y amigas que contaban chismes ajenos en el salón de belleza.
Y a ambas les daba igual que clase de enemistad desconocida que tuvieran sus esposos.
— Nos vemos la semana que viene —se despide la profesora.
— Adiós.
— Gracias —ambas la saludan para despedirse.
Las dos juntas caminaban una al lado de la otra mientras salían de las instalaciones de aquel gimnasio lujoso.
— Necesito tomar un poco el sol antes de que empiece el mal tiempo —habla la señora Ryeo.
— Yo estoy excesivamente blanca, necesito un poco de bronceado también.
— Te invitaría a mi casa para tomar el sol en el jardín juntas, pero ya sabes que no podemos...
Ambas suspiran al unísono mientras caminaban a paso lento hacia los coches caros aparcados uno al lado del otro.
— ¿Por qué nuestros esposos se odian tanto, Haeun? —ambas se detienen— ¿No son conscientes de que limitan nuestro ocio?
— Son dos críos inmaduros —asienten con complicidad.
— Hasta mi Jungkook muestra ser más maduro que él —habla en un suspiro.
Las dos mujeres de aspecto adulto, pero sofisticado se quedan en silencio mientras se miraban fijamente. Aquella amistad era de años, ya que ambas se conocieron en una fiesta en la que sus esposos acabaron apuntándose con pistolas y heridas graves por semanas.
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Tortura +18 ©JJK
Fanfiction"La verdadera tortura era mantener en silencio lo que sentían el uno por el otro" En un mundo donde la rivalidad entre dos familias dedicadas al narcotráfico, apuestas y saqueos, los Jeon y Ryeo, se mantenía constante un odio marcado por la competit...