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NARRA JUNGKOOK.
Espero a que las puertas del ascensor se abran para poder salir al pasillo mientras buscaba la llave magnética por mi ropa. Me detengo frente a la puerta mientras sostenía una bolsa de una panadería por la que había pasado hacía unos instantes, cuando ya volvía hacia aquí.

Habían pasado dos días más en los que ____________ se las pasaba quejándose y molesta porque según ella quería salir. Obviamente no podía, sobretodo porque esa loca quería echar a correr cuando a penas podía apoyar la pierna bien al caminar.

Tenía que mantenerse ocupada con algo todo el tiempo, y se frustraba al aburrirse.

Yo salía todo el tiempo que podía, lo sentía por ella, pero yo no podía quedarme ahí escuchando como me hablaba con normalidad mientras tenía la mitad del trasero fuera. Acababa concentrándome más en sus piernas y en su trasero que en lo que me decía.

Y luego se molestaba más porque tenía que repetirme las cosas dos veces.

Definitivamente yo contribuía a su mal humor.

Por eso había pasado a comprarle algo para comer en ese lugar, quizás así dejaba de verme como un tonto que acababa huyendo por ponerse cachondo con tan poco.

Empujo la puerta para entrar hacia el recibidor. Miro alrededor sin escuchar nada, y es que muchas veces que llegaba tenía música a todo volumen por aquí; pero ahora estaba tranquilo, y eso me erizaba la piel.

Camino hasta asomarme a la habitación y verla vacía, así que sigo caminando hasta la sala. Esta habitación de hotel era enorme, tal vez fuera el hotel más lujoso en el que había estado. Era como estar en una casa.

Me detengo antes de entrar a la sala para ver que estaba ahí. Estaba tumbada sobre la alfombra como si nada, pero sus piernas estaba elevadas sobre uno de los sillones. Tenía sus brazos extendidos a los lados y sobre su rostro un libro que la cubría.

Era chistosa, pero mis ojos se iban inconscientemente hacia sus piernas largas y la lencería negra que llevaba hoy.

Realmente era un espectáculo.

— Oye —hablo acercándome— ¿Qué haces en el suelo?

Tarda un poco en responder, incluso ya pensaba que quizás se había dormido ahí.

— No estoy en el suelo... —no quita el libro de su cara— ...estoy en la alfombra.

— La alfombra está en el suelo —quita el libro mostrándome que ya estaba molesta— Y tú estás en la alfombra, así que técnicamente estás en el suelo.

— Mira, Jungkook, no empieces a molestarme porque demasiado amargada estoy ya como para escucharte —se queja.

Sonrío un poco deshaciéndome de mi chaqueta para dejarla en la mesa.

— Toma —le tiendo la bolsa, ella la mira— Los he visto en el expositor y te he traído varios.

— ¿Regalo? —asiento. Estira sus brazos para tomarlo, pero esta vez con una sonrisa— Te perdono.

Voy hacia el sofá.

— ¿Cuándo te he pedido perdón? —tomo asiento emitiendo un quejido cansado.

Me apetecía cambiarme de ropa, estaba harto de la camisa de hoy.

— He dicho que te perdono, quédate con eso —saca lo de la bolsa— Bollito de crema, ¿no? —asiento mientras ellas lo olía— Que bien huele.

— Dame uno.

— No —pega la bolsa a ella— ¡Cómprate los tuyos!

— Esos los he comprado yo.

Tortura +18  ©JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora