019

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NARRA JUNGKOOK.
Definitivamente sólo había problemas por todas partes. Llevaba todo el día trabajando como un puto esclavo, atendiendo a clientes e incluso encargándome de la mierda de investigación que teníamos entre manos, porque literalmente no sucedía nada.

Y cuando justamente pretendo marcharme a descansar, recibo un mensaje de un número desconocido.

Uno que no hacía falta ser adivino para saber que se trataba de _____________.

Me amenazaba de millones de maneras distintas sólo porque nuestras madres le habían jugado una encerrona, y me obligaba a ir hasta la ubicación que me había enviado.

Literalmente escribió que la tortura debía ser a partes iguales, o sino ella se encargaría de la tortura que recibiría yo.

Prefería ir a donde sea que decía antes de tener que soportarla.

Miro mi teléfono antes de llevar mi mirada hacia la tienda que estaba en la ubicación. Me había obligado a conducir hasta la ciudad, había estado dos horas en el coche para llegar hasta aquí, y todo para detenerme frente a las puertas de una tienda de vestidos de novia.

Mi boca se abre viendo los vestidos del expositor.

— No me jodas... —murmuro empujando la puerta a toda velocidad.

Ahora entendía su frustración, y que lo llamara tortura. ¿De verdad la habían arrastrado hasta una tienda de vestidos de novia? Esto debía ser una broma, no podía dejar que mi madre hiciera esto.

No quería acercarme al matrimonio realmente.

— Buenas tardes, señor, ¿Puedo ayudarle en...?

Paso junto a esa mujer sin detenerme y voy hacia el único pasillo que había ahí. Comienzo a asomar mi mirada hacia las salas. Todas se veían vacías, a excepción de una de ellas, la que tenía su puerta cerrada y estaba al final del pasillo.

Llevo mi mano hacia aquel pomo dorado y brillante para abrir la puerta y entrar de forma apurada.

— ¡Mamá, no oblig...!

Todos los rostros de mujeres pasan a mirarme a mí mientras yo me quedaba completamente quieto. Mi madre parece confusa, pero la mujer que yo miraba con atención, había colocado la mueca más fría y perversa de su vida.

Ya veía como le salían esos cuernos del diablo.

Pero incluso eso no opacaba la forma en la que se veía. Llevaba un vestido de novia ceñido blanco, la cola muy larga con piedras brillantes, y el velo caía completamente por su espalda.

Estaba espectacular, nunca había visto a una novia así, y sólo era una prueba.

Camino inconscientemente hacia aquel altar en el que estaban todas las trabajadoras y la novia, mientras seguía mirándola.

No sabía que debía decir, pero estaba seguro de que algo se decía en estos momentos.

— ¡Se supone que el novio no puede ver a la novia vestida hasta la boda! —giro mi rostro hacia la señora Ryeo.

Ella parecía molesta, pero mi madre sonreía con emoción mientras unía sus manos.

— S-Sí, lo se, pero yo... —vuelvo a mirar hacia el altar.

— ¡Lo he llamado yo! —veo como ella se apresura a agarrar toda la cola de su vestido mientras las trabajadoras se quedaban congeladas.

— ¡El vestido, _____________! —le grita su madre.

— Sí, lo se, lo se —salta hacia el suelo aunque llevaba zapatos de tacón— Sostén esto —me da toda esa tela de su vestido— Solo tengo que hablar una cosa con el novio, muy rápido.

Tortura +18  ©JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora