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Doblo otra camiseta para guardarla con el resto en el interior de una de mis maletas.

En cuanto acabé de ducharme en la mañana, me vestí y me marché sola a explorar esta lugar. ¿Iba a estar yo aquí encerrada mientras ese idiota hacía lo que le daba la gana cuando estábamos en una isla preciosa? No, definitivamente no, yo también iba a irme y no volver hasta la noche.

No volví para el almuerzo, y comí en restaurantes pequeños locales para probar nuevos platillos deliciosos. Luego visité la playa, y vi que se podían alquilar bicicletas para pasear por el paseo marítimo.

Yo quería eso, yo quería pedalear por toda esta isla y hacer millones de fotos al paisaje. Por eso volví al hotel antes de que anocheciera y comencé a hacer mis maletas de nuevo.

En primer lugar, debería haber dejado que ese tonto se quedara con esta habitación; ya se veía lo poco respetuoso que era para pelear con una mujer sobre quién podía tener mejores condiciones. Había pedido que me prepararan cualquier habitación y me llevaría la mitad del trabajo. Yo trabajaría por mi cuenta y le enviaría lo que encontrara, pero no iba a quedarme para ser humillada de nuevo.

Que se quedara con toda esta cárcel de lujos, a mí me daba igual.

Ahora que tendría una habitación de hotel para mí sola, iría a hacer todos los planes que tenía; todo lo que pensé que podría hacer al venir. Yo ya estaba acostumbrada a divertirme sola, a visitar lugares sola, y a estar en mesas de restaurantes sola; esta vez no iba a ser una excepción, estaba claro.

No hago nada al escuchar la puerta de la suit cerrarse, sino que sigo con mi tarea de doblar toda mi ropa para guardarla en la maleta. Escucho pasos acercarse a la habitación mientras cerraba la bolsa de plástico con mi champú y mis geles de baño.

No levanto la cabeza para mirarle mientras seguía ordenando.

— ¿Qué haces? —tomo un vestido para doblarlo.

— ¿No lo ves? —guardo el vestido— Estoy haciendo las maletas.

— Sí, eso lo veo —se acerca, pero no lo miro— Pero, ¿Por qué?

— Creo que la única razón por la que alguien puede hacer las maletas es para irse —hablo con obviedad— He aceptado la habitación que tenían libre, me voy ahora, y me llevo la mitad del trabajo.

Paso por su lado para abrir unos cajones de la cómoda y sacar mis pijamas. Me acerco de nuevo a la maleta, pero esta vez le miro con molestia porque había agarrado mi brazo impidiéndome llegar a la maleta.

— Suéltame —tiro de mi brazo con fuerza— Ni se te ocurra tocarme o vas a estar en problemas —le hablo con notorio enfado.

Dejo con fuerza la ropa sobre el resto y suspiro con frustración moviendo mi pelo. ¿Por qué siempre tenía que llegar al extremo de mostrarme ruda y asqueada con la gente? ¿Tan difícil era tener una buena relación conmigo? ¿De verdad la gente prefería tratarme mal para luego hacerme ver como la mala al tratarles con indiferencia?

No, Gyuri es mi amiga y nunca me ha tratado mal, ella era la única esperanza que había tenido en mi vida.

Pero realmente era muy frustrante, demasiado.

— No hace falta que te vayas —sonrío irónicamente.

— Vaya, que gran favor me haces al ser tan considerado ahora —le sonrío con cierta molestia— Sobretodo viniendo del hombre prototípico que hace sentir a mujeres como prostitutas.

— En ningún momento he pensado que seas eso.

— Tus actos no parecen estar de acuerdo con esas palabras —mis manos seguían sobre la ropa mientras lo miraba con frialdad— ¿Eres bipolar o algo? —no dice nada. Yo vuelvo a mi ropa— Menuda idiotez... —murmuro guardando más cosas.

Tortura +18  ©JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora