014

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No me molestaba la luz en absoluto, pero mi madre seguía insistiendo en que era mejor tener mi habitación lo más oscura posible.

Recordaba todo el momento del incendio, pero no recordaba haber perdido la consciencia. Me gustaba esto de los calmantes para el dolor porque apagaban los pensamientos inconscientes de mi cabeza, así que podía descansar y no sentir mi cuerpo tensado.

Después de despertar, según lo que me dijeron que fueron tres días dormida, vi que estaba en la habitación de un hospital. Me dejaron irme unas horas después de haber recibido los resultados de las últimas pruebas, y ahora ya estaba en casa. Mi madre me dijo que quien buscó ayuda hasta ir al hospital fue Jungkook, y que eso sirvió para que no me desangrara.

¿Pero dónde estaba ese idiota cuando supuestamente tenía que ayudar a los suyos? Algo que todos sabían era que un heredero, alguien que algún día sería la cabeza de todo esto, tenía que sacrificarse por aquellos que trabajaban con lealtad para él.

Pero aunque yo no pertenecía a esa pandilla, y no tenía la obligación, no pude evitar sentir el dolor de aquella mujer herida que gritaba desesperadamente por su hija que aún estaba dentro.

Hice mal, según las normas de las pandillas, al haberme sacrificado por quienes trabajaban para otro líder; pero lo hice bien según mi propia filosofía y forma de ser.

Y estaba contenta de que aquella familia no hubiera perdido a una hija.

Esa pequeña hizo un gran trabajo, se comportó como una campeona.

Echo a un lado mi sábana para levantarme de la cama de una vez. Dejo mis pies en el suelo, y me inclino para ver que las quemaduras de las piernas se veían mejor.

Yo ya me encontraba bien, podría volver al trabajo.

Me levanto agarrando la manta para cubrirme y camino hacia las cortinas para echarlas a los lados, dejando la luz entrar. El cielo estaba muy nublado, y podía ver a los jardineros recogerlo todo como si estuviera empezando a llover o una tormenta se avecinara.

Giro mi rostro hacia la puerta al escuchar como pedían permiso para entrar.

— Adelante —hablo antes de que la puerta se abriera.

Sonrío viendo a una de las cocineras junto con uno de los secretarios de mi padre.

— ¿Por qué está fuera de la cama? —ella me riñe.

— Es que estoy cansada de descansar —deja desayuno sobre la mesa.

— Eso es físicamente imposible —sonrío acercándome— Ah, el señor Min trae algo para usted —lo miro a él.

El hombre hace una reverencia antes de tenderme un sobre.

— Han traído esta carta —frunzo mis cejas.

— ¿Quién envía cartas hoy en día? —me acerco para tomarla.

— Tiene que ser algo importante —lo miro antes de abrirla— La ha traído el servicio secreto de... —baja la voz— ...la pandilla de los Jeon —frunzo mis cejas.

Miro el sobre blanco de nuevo. ¿Era una amenaza o qué?

Los servicios secretos era la forma en la que se enviaban mensajes encubiertos hacia clientes u otras personas importantes. Yo aún me preguntaba como era que los Jeon y nosotros teníamos exactamente los mismos servicios y técnicas dentro de las pandillas.

Éramos dos pandillas independientes pero completamente exactas.

Y eso era extraño.

— Gracias, señor Min  —él hace una reverencia.

Tortura +18  ©JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora