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El rugido del motor llenaba el interior del vehículo mientras Luján se abría paso por las calles, maniobrando con destreza entre el tráfico frenético de la ciudad. La adrenalina corría por sus venas mientras intentaba dejar atrás a los autos que los perseguían implacablemente.

Con una mano firme en el volante y la otra presionando con fuerza la herida de Hyunjin, quien yacía en el asiento del copiloto, su rostro pálido y lleno de dolor era un recordatorio constante de la gravedad de la situación.

— Aguanta, Hyunjin —Gritó. Estaba haciéndolo como si lo motivara a aguantar hasta lo último que faltaba.

Lo último para llegar y poder salvarle la vida de nuevo. Esos gruñidos de Hyunjin se hacían más fuertes y altos cada vez que Luján apretaba con mucha fuerza por accidente, las lágrimas se le salían y no porque le dolía, no porque tenía miedo; sino porque no quería dejar sola a su hermana y a su madre.

— ¿Dónde están? —Preguntaba Bang Chan mientras que Felix y Jeongin se encontraban siguiendo el auto de Luján.

— Estamos detrás de ellos —Informaba Felix con la respiración agitada, ya que tenían a Jungkook herido en la parte de atrás.

— Disparen al maldito auto —Gritaba el superior perdiendo la cabeza del otro lado del micrófono —¿Por qué no ejecutan las medidas extremas? ¡¿Por qué?!

— Jungkook está herido —Interrumpió Jeongin, frenando de golpe —Estamos debatiendo en si perseguir a su jodido blanco o dejarlo para más tarde.

— ¿Qué estás diciendo? —Demandaba Bang Chan, Felix no hacía nada más que mirar todo lo que pasaba —¿Qué crees que haces? Están ahí ejecutando órdenes.

— Jungkook se está desangrando —Demandaba Jeongin, como si no tuviera miedo en plantarle cara a su superior —Si muere usted se quedará sin nadie que siga sus órdenes de seguir a ese niñato.

— Jeongin, si no sigues mis órdenes voy a matarte —Amenazó Bang Chan soltando suspiros ya que cada segundo que tardaban lo iban a perder.

— Yo se dónde se encuentra Hyunjin y esa mansión, si le digo que la vida de un compañero vale más que un resentimiento debería hacerme caso. Así que de la orden de que se cancela todo y llevemos a Jungkook a un hospital, carajo.


La sangre de Hyunjin fluía sin control, tiñendo el asiento del copiloto del auto con un siniestro rastro carmesí que se esparcía rápidamente

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La sangre de Hyunjin fluía sin control, tiñendo el asiento del copiloto del auto con un siniestro rastro carmesí que se esparcía rápidamente.

Cada gota derramada era un sombrío recordatorio de la gravedad de sus heridas y de la batalla desesperada que libraba por su vida. La tela de su ropa absorbía la sangre, como si se transformara en un macabro lienzo que reflejaba el drama de su lucha por sobrevivir.

A medida que la sangre seguía fluyendo, Hyunjin se desvanecía lentamente, su cuerpo debilitado por las heridas y la pérdida de sangre. En medio de la oscuridad que lo envolvía, las esperanzas de sobrevivir se desvanecían como destellos fugaces en la noche.

Cada latido de su corazón era un susurro sombrío de la fragilidad de la vida, mientras luchaba por mantenerse consciente, aferrándose a un hilo de esperanza en un mundo oscuro y hostil.

— Luján, para —Intentaba gritar Hyunjin, aspirando todo el aire que necesitaba para poder respirar ya que la bala se había metido en uno de sus pulmones.

El silencio pesado del interior del auto era interrumpido solo por el sonido sordo de la respiración entrecortada de Hyunjin, cada aliento una lucha agónica por permanecer vivo. En ese momento de angustiosa quietud, el destino pendía en un delicado equilibrio, mientras Hyunjin luchaba contra las fuerzas de la muerte que lo acechaban implacablemente.

Luján no le hacía caso, apretando sus manos en el volante sin querer mirarlo a los ojos. Tenía la mirada firme en la carretera ya que sabía que si miraba el estado en el que su compañero se encontraba se iba a romper a llorar.

— ¡Luján! —Gritó Hyunjin.

— ¡¿Qué?! —Contestó Luján, frenando en seco dignándose por fin en conectar miradas con el después de mucho tiempo en aquel auto.

— Déjame aquí —Susurró. Las lágrimas brotaban sin control de los ojos de Hyunjin, deslizándose silenciosamente por sus mejillas.

Luchaba por contener los sollozos que amenazaban con escapar de su garganta. La desesperación y el miedo se reflejaban en su rostro, un torrente de emociones las cuales se encargaban de hacer abrumadoras que lo embargaban en ese momento de vulnerabilidad.

A pesar de sus esfuerzos por mantener la compostura, la certeza sombría de su destino inminente pesaba sobre él como una losa, inundando su corazón de angustia y desesperanza.

— ¿Estás loco? —Cuestionó Luján, rompiendo en llanto sin siquiera terminar su pregunta. Sentía tanta culpa de que todo esto pasara ya que ella fue quien le pidió salir.

— Déjame aquí —Repitió, con su respiración temblorosa al igual que sus manos y su cuerpo —Cuando llegues solo diles que morí, cuida de mi hermana, de mi mamá.

— Cállate —Pausó, volviendo a encender el auto para avanzar con más rapidez —Estamos llegando y te salvé la vida una vez, así que lo haré de nuevo. Eres un cabrón si piensas que te dejaré tirado como un cerdo, que te dejaré aquí solo desangrándote.

Observaba a Luján con la mirada empañada por las lágrimas, a medida que anhelaba desperado encontrar consuelo en sus brazos, pero sabía que el tiempo se agotaba rápidamente. A medida que el auto se acercaba a la mansión, una sensación de fatalidad lo envolvía, como si el destino hubiera sellado su destino de antemano.

Cada minuto que pasaba parecía ser un recordatorio doloroso de la brevedad de la vida y la fragilidad de la esperanza. En medio del silencio tenso del auto, Hyunjin se sumergía en un mar de emociones turbulentas, dejando que las lágrimas fueran su única expresión de dolor y desesperación.

Aunque se aferraba a un hilo de esperanza, una parte de él temía que sus lágrimas fueran un presagio sombrío de lo que estaba por venir, un recordatorio angustiante de la fragilidad de su existencia y la incertidumbre del futuro.

WALLS┃HYUNJIN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora