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— ¿Cómo has estado? —Preguntó Sakura, poniendo su mochila en la esquina de la habitación de Izumi.

Ella se quedaría a dormir. Izumi quitándose su uniforme, veía cómo Sakura se quedaba viéndola ya que no recordaba la última vez cómo su cuerpo desnudo lucía.

— La última vez que hablamos, estabas molesta conmigo —Izumi volteó a mirarla, en ropa interior a medida que iba quitándose sus medias.

Izumi se acercaba a Sakura con pasos pausados, cada movimiento de sus pies parecía medido, como si el tiempo se ralentizara a su alrededor.

Con cada paso, sus labios se humedecían ligeramente, un gesto que no pasaba desapercibido para Sakura, cuyo corazón latía con fuerza. Mirando la complicidad que compartían parecía formar un lazo invisible entre ellas, intensificando la conexión que ya existía.

Los cachetes pálidos de Sakura se tiñeron de un suave rubor, revelando la influencia que Izumi ejercía sobre ella, un efecto que perduraba en el tiempo.

La poca distancia entre ambas se iba reduciendo lentamente, como si el universo conspirara para prolongar ese instante mágico.
Los latidos del corazón de Sakura resonaban en sus oídos, como si estuviera acompañando el sonido de sus propios pasos.

Cada mirada, cada gesto de Izumi, parecía alimentar la llama que sí ardía en el pecho de Sakura, como si la envolviera en una sensación de calor y emoción indescriptible.

— Esa mirada —Susurraba, ya que si hablaba con su tono de voz normal tartamudearía —La conozco, Izumi.

La menor se subió encima de la contraria a ahorcadas sintiendo el tacto de Sakura en los muslos descubiertos de Izumi. Ella le tomaba las manos a Sakura para llevarlas a los lugares en donde Izumi quería que la tocara.

— Quiero que me hagas tuya como la última vez —Susurraba entre sus labios, procediendo a acercarse y besarlos.

— Izumi, no —Negaba, apartando la mirada para que no intentara una vez más besarla —Sabes que no podemos hacer esto de nuevo, la última vez nos fue mal. Casi me envían a un maldito internado.

— Mi padre no está aquí —Susurraba, depositando pequeños besos en sus labios —Estamos solas, soy toda tuya por toda la maldita tarde.

Sonreía, persuadiéndola a medida que se quitaba su sostén; dejando ver esos pechos después de mucho tiempo. Estaban más grandes, más pálido, mucho más maduros. Toda una mujer, aunque ni siquiera tenía la mitad de edad para serlo.

— Carajo, Izumi —Maldecía, tomándola con fuerza cargándola haciendo que la contraria se riera con ganas al ser lanzada a la gran cama.

Los besos entre Izumi y Sakura eran un torbellino de pasión desenfrenada, como si estuvieran desesperadas por fundirse la una en la otra. Cada roce de labios y cada caricia encendía el fuego que ardía entre ellas, llevándolas a un éxtasis compartido que las envolvía en un remolino de sensaciones intensas.

Para Izumi, cada beso era una búsqueda del placer supremo, una huida del vacío que había dejado en su vida la ausencia de contacto humano. En ese momento, nada más importaba que el ardor que consumía sus cuerpos y la promesa de satisfacción que se escondía tras cada caricia.

— Sakura —Gemía Izumi, sintiendo la caliente sensación de la boca de la contraria en sus pechos. Izumi sentía que lloraría, necesitaba ser cogida tal y cómo él lo haría.

— Dime, princesa —Susurraba entre labios, subiendo desde sus pechos hasta su cuello.

— Búscalo —Susurraba —Solo ve al grano, no quiero esperar. Lo quiero ahora, lo necesito —Gemía, viendo cómo Sakura buscaba por debajo de la cama encontrándolo.

— ¿Te encuentras bien? —Preguntaba la contraria, estaba muy preocupada. Izumi asintió, lamiendo sus labios sedienta de placer al ver cómo Sakura se lo ponía.

— Si —Asentía, poniendo los ojos en blanco sintiendo cómo entraba lentamente a medida que Izumi llevaba sus manos en la espalda de Sakura arañándola —Sí —Gemía —Sí —Gemía una vez más —Maldita sea.

La necesidad de Izumi por alcanzar el clímax era palpable, como si estuviera ansiosa por liberarse de todas las barreras que habían impedido su placer durante tanto tiempo. Cada movimiento, cada gemido, era un paso más hacia la liberación que tanto ansiaba, y tener a Sakura a su lado solo intensificaba esa búsqueda desesperada de satisfacción.

Para Izumi, la presencia de Sakura no solo representaba un compañero de juegos eróticos, sino también una vía de escape hacia un placer desconocido y emocionante. Sus labios se pegaron haciendo esos sonidos obscenos a medida que Izumi no hacía nada más que intentar tomar el control de la situación, ya que se sentía tan viva que no encontraba de dónde agarrarse.

La tomó con fuerza del pelo, cerrando los ojos mordiendo sus labios sacándose sangre. Se lo imaginaba a él, Izumi imaginaba estar con el con esa linda actitud en el día y que fuera así tan hijo de la gran puta de noche, que la besara con esos labios tan llenos de lujuria, que la maltratara con las mismas manos con las que la ahorcó casi dos veces y que la nalgueara tan fuerte que dejara marca.

— Hyunjin —Gimió.

WALLS┃HYUNJIN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora