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Hyunjin se encontraba en su habitación, con la mandíbula apretada y las cejas fruncidas mientras se quitaba con cuidado las gasas de sus heridas de bala. Cada tirón provocaba una oleada de dolor que lo hacía maldecir entre dientes, pero su determinación era más fuerte.

Al ver que las heridas estaban sanando satisfactoriamente, se cubrió con su camiseta con un suspiro de alivio.

— Veo que te sientes mejor —Hablaba una voz femenina. Hyunjin asintió con una leve sonrisa.

— Si —Contestó.

La madre de Hyunjin, con paso cuidadoso, entró en la habitación de su hijo, notando el cambio en su expresión. Observó las gasas retiradas y las heridas en proceso de curación. A pesar de la tensión entre ellos por las largas semanas de falta de comunicación debido al exigente trabajo que le asignaba su superior, la preocupación maternal superó cualquier resentimiento.

— ¿Ya no te duele? —Preguntó.

Con voz suave. Intentó entablar una conversación, ya que buscaba un acercamiento después de tanto tiempo de distanciamiento.

Hyunjin, vulnerable y necesitado de apoyo, recibió a su madre con una leve sonrisa, dejando a un lado cualquier conflicto pasado en favor de la conexión familiar en ese momento de necesidad.

— Palpita cuando hago esfuerzo —Informaba soltando un jadeo al querer levantarse de la cama.

— ¿Estás seguro que no necesitas ayuda? —Hyunjin levantó la palma de su mano, en forma de negación haciendo que su madre volviera a recomponerse en su lugar.

— Si, mamá.

Hikari se encontraba sentada en el centro de la habitación, sus manos jugueteando entre sí mientras escudriñaba el espacio a su alrededor. La blancura y la falta de decoración parecían envolverla, creando una atmósfera monótona y desolada. La ausencia de detalles visuales le proporcionaba un tema de conversación tan trivial como crucial para llenar el vacío temporal.

— Aún no has decorado tu habitación —Sonreía un poco, moviéndose levemente hacia delante y atrás.

— Siento que no es necesario hacerlo —Hablaba, sacándole un brillo en el rostro de su madre, como si estuviera feliz de que no usara ironía o sarcasmo.

— ¿Por qué? —Preguntó juguetona, levantándose para inspeccionar un poco más a su alrededor —Todo este blanco necesita un poco de tu esencia.

Un recuerdo nostálgico se agolpó en la mente de Hyunjin, trayendo consigo imágenes vívidas de su infancia. Recordó con cariño los días en que, con entusiasmo infantil, tomaba un pincel y pintaba las paredes de la cocina con una paleta de colores vibrantes y alegres.

Aquellos momentos, llenos de creatividad y diversión, ahora se volvían un bálsamo para su espíritu cansado. A Hyunjin se le dibujó una sonrisa en su rostro contagiándola a su madre quien había conectado miradas con su hijo.

— ¿Por qué tan alegre? —Cuestionaba asustada, jamás lo había visto así después de la muerte de su padre.

— ¿Recuerdas cuando solía pintar los espacios aburridos de toda la casa? —Empezaba a recordar con una enorme sonrisa en su rostro.

Al compartir esta reminiscencia con su madre, notó cómo su rostro se iluminaba con una sonrisa genuina.

— No puedo creer que no hayas olvidado algo así —Reía con ganas, sentándose con el esperando a que siguiera reviviendo recuerdos los cuales le encantaría volver a recordar.

La simple alegría que los colores traían a la vida de Hyunjin también resonaba en el corazón de su madre, quien encontraba consuelo y felicidad en esos recuerdos compartidos.

WALLS┃HYUNJIN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora