40

435 33 0
                                    

Sentada en la mesa, Izumi se encontraba absorta en sus propios pensamientos, ajena al bullicio a su alrededor.

Las voces de su padre incluyendo a los demás de la casa resonaban como un eco lejano, mientras su mente se aferraba a la reciente discusión que tuvo con Sakura. Cada palabra pronunciada por los demás se desvanecía en el fondo, eclipsada por el torbellino de emociones que la atormentaba.

Las risas y conversaciones alegres de los demás se desdibujaban ante la intensidad del conflicto que había marcado su encuentro con Sakura.

Los gestos amigables y los intentos de acercamiento que hacía Karina al estar a su lado parecían perder su significado ante el peso de las palabras no dichas y los reproches no resueltos. Izumi se sentía como si estuviera flotando en una puta neblina, desconectada del mundo exterior por el torbellino de todas esas emociones que la consumía.

— ¿Estás escuchándome? —Preguntó Duque severo, sacando a Izumi de su trance junto con un jadeo de sorpresa.

— ¿Perdón? —Se excusaba —¿Puedes repetirlo por favor? —Regaló una sonrisa, sintiendo lo incómodo que eran las notadas. 

— ¿Cómo te está yendo en la escuela? —Preguntó, la pierna de Izumi, por debajo de la mesa había empezado a moverse con rapidez.

— Estaba pensando en quitarte las clases de ballet —Duque cortaba la carne con delicadeza, como si no acabara de darle la peor noticia a su hija.

Un nudo se formó en su garganta mientras las lágrimas amenazaban con desbordarse, las limpió con rapidez ya que no quería que las personas presentes la vieran en un momento tan vulnerable pero era entendible. El mundo de Izumi se desplomaba en un instante cuando recibió la devastadora noticia de que su padre ya no pagaría sus clases de ballet.

Cada sueño, cada esperanza que había construido alrededor de su pasión por la danza se destruía ante sus ojos, como un castillo de naipes golpeado por una ráfaga de viento.

— ¿C-Cómo? —Tartamudeaba, soltando el cuchillo y el tenedor al lado de su plato.

— Exactamente lo que oíste —Respondía con naturalidad para beber de su vino —Pienso que ya no lo necesitas porque te distrae del colegio.

Las memorias de años de dedicación y esfuerzo en la barra de ballet se convirtieron en un amargo recuerdo, empañado por la gran y horrible sensación de abandono y desolación que la embargaba.

Cada paso, cada pirueta que había practicado con tanto amor y una gran dedicación ahora parecían vacíos y sin sentido, eclipsados por la cruel realidad de la falta de ese apoyo de su padre. El peso de la decepción se instaló en su pecho, aplastando su enorme y sensible corazón con una mezcla de tristeza y resignación.

— ¿Por qué? —Preguntó temblorosa, teniendo miedo de que interviniera con Sakura. No quería que se enterara que estaba allí.

— Es una distracción para el colegio —Respondió una vez más, frío. Las miradas de Hikari y Kamari estaban puestas en el padre y la hija, toda la tensión se sentía sólida.

— Pero.

— Pero nada —Intervino con calma, sin dejar que Izumi se expresara sobre lo que ella realmente quería —Dejarás el ballet y punto.

En ese momento, Izumi sintió como si hubiera perdido una parte fundamental de sí misma, como si una parte de su ser se desvaneciera junto con la noticia. Los sueños que alguna vez la habían tomado e impulsado ahora se desvanecían en la distancia, dejando un vacío doloroso en su interior.

A pesar del dolor, una chispa de determinación se encendió en su corazón, prometiéndose a sí misma que encontraría una manera de seguir persiguiendo su pasión, incluso si eso significaba enfrentarse a la adversidad sola.

— Bueno —Suspiraba.

Con el ceño fruncido y los dientes apretados, Izumi sentía la tensión acumulándose en cada fibra de su ser. Sus puños se cerraron con fuerza, sintiendo cómo las uñas se clavaban dolorosamente en las palmas de sus manos. Cada músculo de su cuerpo estaba tenso, como si estuviera conteniendo una tormenta dentro de sí misma.

El palpitar frenético de su corazón resonaba en sus oídos, mientras luchaba por mantener el control sobre sus emociones desbordadas. Cada respiración era un esfuerzo por contener la ira que amenazaba con estallar en cualquier momento.

— Con permiso, papá. Buenas noches. Buenas noches —Dirigió su mirada hacia Karina, al igual que Hikari repitiendo lo mismo y luego irse.

WALLS┃HYUNJIN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora