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Hyunjin observaba con cierta resignación cómo la puerta de su habitación se abría lentamente, revelando la figura de Izumi bañada por la suave luz de la luna que se filtraba a través del vasto ventanal. La silueta de ella se recortaba contra el fondo oscuro de la noche, creando una imagen etérea y cautivadora. Un suspiro escapó de los labios de Hyunjin, quien se preguntaba por qué no había bloqueado la entrada, considerando lo irritante que podía resultar la presencia de Izumi en ocasiones.

A pesar de la irritación inicial, Hyunjin no pudo evitar sentir una extraña atracción hacia Izumi mientras ella avanzaba hacia él, iluminada por el resplandor lunar. Su presencia tenía un magnetismo que trascendía las incomodidades y los roces pasados. Tal vez era su determinación o su capacidad para desarmarlo con una simple mirada.

A medida que se acercaba, Hyunjin se encontraba cada vez más intrigado por esa mezcla única de cualidades que ella poseía. Aunque Hyunjin se resistía a admitirlo abiertamente, había algo en la presencia de Izumi que le resultaba reconfortante, incluso en los momentos de conflicto.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —Preguntó Hyunjin serio, quitando la mirada de Izumi.

El recuerdo de aquel momento erróneo con Izumi se agolpó en su mente, trayendo consigo una mezcla de emociones difíciles de describir.

La incomodidad se apoderó de él mientras que los pasos de Izumi adentrándose a la habitación continuaban, como si la pared misma estuviera recordándole aquel episodio embarazoso.

— ¿Qué haces? —Preguntó Izumi, cerrando la puerta avanzando a su cama e ignorar la pregunta de Hyunjin.

Era incapaz de ignorar el eco persistente de aquel encuentro que había dejado una marca imborrable en su memoria.

Era un error, tal vez el hecho de que le había seguido el juego hizo que algún sentimiento de grandes esperanzas las cuales permanecían en ella y que siguiera intentándolo cada día.

— Deberías dormir —Contestó Hyunjin, siguiendo prestándole atención a sus nuevas armas.

El agotamiento se reflejaba en sus ojos mientras anhelaba un momento de paz y descanso. Esperaba que su sugerencia fuera tomada en cuenta, ansiando el fin de la tensión que llenaba el aire.

Un silencio tenso llenó la habitación, y por un momento, Hyunjin permitió que una sonrisa disimulada de alivio curvara sus labios, pensando que finalmente había logrado que se resignara a irse. Sin embargo, su ilusión se desvaneció rápidamente cuando vio cómo la cama se hundía lentamente; ella se había sentado.

— Prometiste hablarme —Susurraba Izumi metiéndose entre sus cosas, las cuales el evitó que tocara.

— Era la única manera en la que podía conseguir que te largaras de mi habitación —Contestó Hyunjin serio, levantándose de su cama metiendo las armas en uno de sus cajones.

— Entiendo —Respondió Izumi, levantándose de la cama, haciendo que las cejas de Hyunjin se nublaran.

Hyunjin, con un suspiro de molestia, trataba de incorporarse de la cama con cuidado para no lastimar sus heridas recientes. Su intento era interrumpido cuando Izumi, al escuchar el sonido, se volvía hacia él. Izumi de verdad quería hablar con alguien, y sabía que Karina no la entendería ya que no tenía el mismo interés mental.

Abandonaba la idea de salir de la habitación y la mira, extendiendo la mano en un gesto silencioso de llamado. Hizo el mismo gesto que hizo en el hospital y no sabía el por qué siempre lograba hacer que su corazón se ablandara.

Izumi, al percatarse de los esfuerzos de Hyunjin por levantarse, dejaba la puerta y se acercaba a él con paso cauteloso. Observaba con atención sus movimientos, preocupada por su bienestar.

— ¿Cómo van esas heridas —Preguntó Izumi, susurraba ya que era demasiado tarde. Hyunjin se encogió de hombros.

— Bien —Contestó mirando cómo Izumi se acomodaba en su cama —Supongo.

— Olvidé felicitarte por ganar —Hablaba, estableciendo un tema de conversación —Eres muy fuerte, y llevar un arma fue inteligente.

— Sabía que la necesitaría —Respondió Hyunjin sin siquiera agradecerle —No es la primera vez que experimento riesgos así.

Izumi dejó escapar un suspiro de cansancio mientras se recostaba boca arriba, con la mirada perdida en el techo. Hyunjin observaba con una expresión neutral, notando cómo Izumi parecía comportarse como si la habitación perteneciera an ella por completo.

Esta actitud de Izumi podía resultar irritante para Hyunjin, quien quizás se sentía invadido por la sensación de que ella no tenía las mismas preocupaciones diarias que él.

Sin embargo, también podía comprender, desde una perspectiva más profunda, que tal vez Izumi adoptaba esa actitud para evitar sobreanalizar las situaciones, como la discusión que había tenido con su ex novia.

— ¿Por qué estabas tan desesperada por hablar? —Preguntó Hyunjin yendo al punto. Izumi lo miró con las manos encima de su abdomen.

Aunque Hyunjin podía sentirse molesto por la aparente despreocupación de Izumi, también reconocía la posibilidad de que ella estuviera tratando de no darle demasiada importancia a los problemas cotidianos.

La visión de Izumi recostada y perdida en sus pensamientos le llevaba a reflexionar sobre las complejidades de las relaciones humanas y las diferentes formas en que las personas afrontan el estrés y los conflictos.

— Siento que estoy atrapada en una bola de cristal —Empezó a hablar en susurros, jugando con los hilos de su blusa corta —Un perro con cadenas en el cuello. El cual si le dicen que ladre, ladro y si le dicen que se encierre aislada de todo y todos, yo lo hago.

— ¿Por qué Duque te trata así? —Preguntó Hyunjin, se ingresaba en lo que sea que daba en la relación de padre e hija.

— Por favor, Hyunjin —Resopló Izumi, dirigiendo la mirada hacia Hyunjin —No finjas como si no te han contado sobre Jeongin.

— No me interesa ese tipo de temas, Izumi. Tampoco importan las veces que me cuenten tu aventura con ese tipo; me gustaría saber tu versión —Susurraba, mirándola a los ojos la primera vez desde que entró —Si eso te hace sentir mejor.

A pesar de sus diferencias, Hyunjin comenzaba a comprender que ambos tenían sus propias formas de lidiar con los problemas de la vida. Y aunque la actitud de Izumi pudiera resultar desconcertante para Hyunjin en un principio, también despertaba en él una sensación de empatía y comprensión.

— No pareces un tipo que le interese los sentimientos de los demás —Demandó Izumi, pero trató de no sonar dura.

— No sabes nada de mí, niña —Escupió, posicionando su cuerpo con delicadeza de la misma forma que Izumi.

Ahora los dos estaban mirando al techo. Hyunjin empezaba a ver más allá de la superficie, reconociendo que la manera en que los dos enfrentaba los desafíos era única y válida.

— Entonces déjame conocerte —Susurró, acomodándose para poner su cuerpo de lado y así poner su rostro frente al de el.

Esta comprensión le llevaba a adoptar una postura más tolerante y comprensiva hacia Izumi, reconociendo que, a pesar de las diferencias, compartían un camino común en el laberinto de la vida.

WALLS┃HYUNJIN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora