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Cuando el auto se alejó de la mansión, Hyunjin se volvió para mirar a su esposa con una chispa de complicidad en los ojos. Izumi, captando su mirada, lo observó con una expresión tímida y curiosa, preguntándose qué era lo que tenía en mente su esposo. Sus ojos se encontraron y, sin necesidad de palabras, la conexión entre ellos se volvió palpable.

— ¿Qué? —Reía Izumi.

— Estamos solos —Susurró seductor.

Hyunjin dio un paso adelante, tomando suavemente la mano de Izumi, y la condujo de regreso a la casa. Sus dedos entrelazados transmitían un silencioso pero poderoso mensaje de amor y deseo. Al cruzar el umbral, Hyunjin se detuvo, girando para enfrentarla, y se inclinó para capturar sus labios en un beso profundo y apasionado. Sus manos, cálidas y firmes, comenzaron a deslizarse con ternura desde la espalda de Izumi hasta llegar a su trasero, provocando un estremecimiento en ella.

Sin romper el beso, Hyunjin la levantó con facilidad, sintiendo la confianza y entrega en el abrazo de su esposa. Con destreza, la sentó sobre la mesa del comedor, sus labios nunca alejándose demasiado de los de ella. El contacto de sus cuerpos aumentaba la intensidad del momento, cada movimiento cargado de deseo y cariño. Los besos de Hyunjin descendieron por su cuello, arrancándole a Izumi risitas suaves y entrecortadas, llenas de felicidad y complicidad.

Cuando Hyunjin comenzó a deslizar las manos hacia los pantalones de pijama de Izumi, ella se sintió de repente expuesta y vulnerable. Un rubor se apoderó de sus mejillas, y cerró las piernas con timidez, tratando de cubrirse. Mientras tanto, Hyunjin continuaba mordisqueando y besando suavemente su cuello, pero no pudo ignorar la tensión en el cuerpo de su esposa. Era evidente que algo estaba mal.

Notando el cambio, Hyunjin detuvo sus caricias y besos. Con un gesto lleno de ternura, llevó sus manos a las mejillas de Izumi, sosteniéndola suavemente y mirándola con amor. Sus ojos buscaron los de ella, y con una voz suave y consoladora, preguntó:

— ¿Qué pasa? —Preguntó, consolándola con su tono de voz suave. Izumi suspiró, sintiendo la calidez de sus manos y el amor en sus palabras.

— Hyunjin... —Comenzó, tratando de poner en palabras lo que sentía —No sabes las ganas que tengo de estar contigo todo el maldito tiempo —Confesó con una sonrisa ligera, tratando de aliviar la tensión

Su risa era contagiosa, y pronto Hyunjin también sonrió, sintiendo la familiar chispa entre ellos —Pero tenemos hijos, ya no somos la aventura de hace quince años.

— Mi amor... —Dijo Hyunjin suavemente —No necesitas ser joven para tener sexo —Sus dedos empezaron a trazar un camino desde el mentón de Izumi, descendiendo lentamente hasta su pecho —No necesitamos ser jóvenes para disfrutarnos del uno al otro.

— Estás a punto de cogerme en la mesa donde nuestros hijos comen —Dijo Izumi severa —Te digo yo que esto no está bien. ¿Recuerdas la última vez que decidimos tener intimidad? La niña nos vio y no sé si eso afectó la manera de verte... la manera de vernos.

— Hablamos con ella sobre eso, Izumi —Dijo, mostrando irritación e incomodidad ante el tema; una vez más.

— Dijo que entendía, pero se está comportando muy raro después de nuestra conversación, Hyunjin —replicó Izumi, claramente preocupada.

Hyunjin no pudo evitar soltar un suspiro lleno de frustración. Apartó la mirada para no dirigirle una expresión severa a su esposa, ya que sentía que comenzaba a irritarse con todo el asunto de la moralidad, la educación y el cuidado del estado mental de sus hijos. Sabía que era admirable pensar así, y en realidad, él también estaba de acuerdo con ella. Siempre había tratado de proteger a sus hijos de su verdadero trabajo y de lo que estaba construyendo con su organización de sicarios. Sin embargo, en su mente, esto no tenía nada que ver con el hecho de que su hija los hubiera visto en un momento de intimidad.

WALLS┃HYUNJIN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora