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Jeongin sonrió mientras Izumi se quedaba inmóvil, tratando de asimilar la sorpresa de verlo allí, frente a ella, después de tanto tiempo. Había creído que estaba muerto, convencida de que su padre lo había matado. Sin embargo, ahí estaba, sonriéndole con sus característicos ojos en forma de media luna y los hoyuelos que tanto recordaba. Su risa resonó en el aire, dándole a Izumi una sensación de nostalgia y alivio.

Sin pensarlo dos veces, Izumi se soltó del agarre del rubio y corrió hacia Jeongin, abrazándolo con fuerza mientras las lágrimas de alegría y alivio caían por su rostro. Apretó su agarre, sintiendo los brazos de Jeongin envolviéndola con amor y nostalgia, su calidez la hacía sentir segura y protegida.

— Te creí muerto —Lloró Izumi en sus brazos, separándose lo suficiente para mirarlo a los ojos. Jeongin acunó sus mejillas, limpiando las lágrimas con sus pulgares mientras mantenía una pequeña sonrisa en sus labios.

— ¿Fuiste tú quien hizo todo esto? Si de verdad querías verme, no debiste hacer todo esto —Dijo Izumi, aún sollozando.

Jeongin se puso serio, soltando un suspiro mientras intentaba explicarle. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo, una voz conocida interrumpió, alarmando a Izumi.

— Qué bonito —Dijo Bang Chan con tono burlón —Pero no estamos aquí para que Julieta se reencuentre con su Romeo.

Izumi se giró hacia la voz, su corazón latía frenéticamente mientras la adrenalina corría por sus venas. Bang Chan estaba ahí, con una expresión sarcástica en su rostro, observando la escena con una mezcla de diversión y desprecio. La realidad de la situación golpeó a Izumi de nuevo, recordándole que su alegría era efímera y que el peligro aún estaba presente.

Izumi se alejó de Jeongin, su mente llena de confusión y su cuerpo temblando de terror al ver a Bang Chan. Sabía lo que era capaz de hacer, recordando con horror lo que le había hecho a Karina. Su respiración se volvió errática mientras trataba de asimilar lo que estaba viendo.

— No puede ser —Lloriqueó Izumi, sus ojos llenos de lágrimas —¿Tú estás con él?

Jeongin dio un paso hacia ella, intentando calmarla, pero la desesperación en los ojos de Izumi era evidente.

— Izumi, no es lo que parece —Dijo Jeongin con voz suave —No te haremos daño.

— ¡Sí me hará daño! —Gritó Izumi desesperada, entrando en pánico —¡¿Sabes lo que hizo?! ¡Mató a mi mejor amiga! Abusó de ella y dejó que se ahorcara como un perro, Jeongin.

Las lágrimas de Izumi caían sin cesar, esta vez llenas de miedo, desesperación y paranoia. Jeongin intentó acercarse de nuevo, pero la distancia entre ellos parecía insalvable. Bang Chan, viendo la situación desmoronarse, revoleó los ojos con impaciencia y hizo un ademán con la cabeza hacia sus hombres, indicando que procedieran con el plan B.

Uno de los hombres se acercó rápidamente a Izumi con una jeringa en la mano. Izumi intentó retroceder, pero el pánico la había paralizado. Antes de que pudiera reaccionar, sintió el pinchazo en su brazo. El efecto fue casi inmediato; su visión se nubló y sus piernas comenzaron a fallar. Jeongin corrió hacia ella, sosteniéndola antes de que cayera al suelo.

— Lo siento, Izumi —Murmuró Jeongin con voz quebrada, sosteniéndola con ternura mientras ella luchaba por mantenerse consciente.

Pero sus palabras apenas la alcanzaron mientras la sedación tomaba control. Sus ojos se cerraron lentamente, y lo último que vio fue el rostro angustiado de Jeongin, mezclado con la amenaza latente de Bang Chan.

El chofer miraba a Bang Chan con una mezcla de odio y frustración. Cada fibra de su ser quería arrancarle la cabeza al hombre que estaba frente a él, pero el dolor en su mano y pierna le recordaban su impotencia. Había fallado en proteger a Izumi, la joven que había jurado proteger a toda costa.

WALLS┃HYUNJIN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora