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— ¿Puedes dejar de actuar así? —Reprochó Izumi, siguiendo a Karina mientras caminaba rápidamente por el campus de la escuela. Karina ignoraba sus palabras, apretando el paso con cada reproche.

Izumi intentaba entender a Karina, pero también pensaba en su propia seguridad y en la de los demás. Consideraba absurdo que Karina estuviera enojada con ella y su hermano por simplemente seguir las reglas impuestas por su padre, el superior.

— No puedes salir de la escuela así —Gritó Izumi, viéndola dirigirse hacia las grandes puertas negras que delimitaban el patio trasero de la escuela.

— ¿Ah, sí? —Desafió Karina, mirando a Izumi con una mezcla de desafío y obstinación —Mírame cómo lo hago.

— Karina —Llamó Izumi, ya alcanzándola en la acera de la calle —Ya, por favor. Deja de ser tan dramática.

Karina soltó un gruñido, acelerando el paso hasta empezar a correr. Izumi, sin dudarlo, corrió detrás de ella, llamándola cada vez más fuerte mientras la distancia entre ellas crecía.

— ¡Karina, carajo! —gritó Izumi, su voz resonando por la calle.

— ¡Vete a la mierda, Izumi! —gritó Karina, volviendo la cabeza para mirar atrás. En ese momento, chocó violentamente con alguien, cayendo al suelo junto con sus pertenencias.

El impacto sacó una leve risa al hombre con el que había chocado, mientras Karina se sentía horriblemente avergonzada. Sin levantar la vista, comenzó a recoger sus cosas del suelo, murmurando disculpas.

— Ay, maldición —Dijo tímida, su rostro enrojeciendo de vergüenza —Lo siento mucho. Qué vergüenza.

— No, no te preocupes —Respondió el hombre, con voz calmada y reconfortante. Karina levantó la vista y se encontró con unos ojos amables y una sonrisa comprensiva.

Izumi, que había llegado justo a tiempo para presenciar la escena, se detuvo a unos pasos de distancia, observando cómo su amiga ayudaba al hombre a recoger sus cosas. La situación había pasado de tensa a casi cómica, pero el alivio era palpable en el aire. Karina, aún sonrojada, agradeció la ayuda y se enderezó, lanzando una última mirada a Izumi, quien los observaba desde lejos sin querer interrumpir el momento.

— No sabía que la leyenda era cierta —Empezó a hablar el hombre, con una sonrisa de lado haciendo que Karina se encogiera por la mirada intensa que el hombre le regalaba.

— ¿Qué leyenda? —Preguntó Karina curiosa, jugando con su cabello sin que se diera cuenta.

— Que caían ángeles a esta hora —Coqueteó, haciendo reír a Karina por la manera tan suave en la que la había hecho prestar atención y el halago tan típico.

— Esperé de todo menos esto —Reía tímidamente haciéndolo reír a él también por lo tierna que era —Bien hecho.

— ¿Qué? —Sonreía —¿No te halagan seguido? —Karina negó tímidamente —Que raro, eres muy linda. Y con buen sentido del humor.

Izumi observaba desde una distancia prudente cómo Karina y el desconocido intercambiaban sonrisas y miradas coquetas. Aunque no entendía exactamente lo que estaban diciendo, el lenguaje corporal de Karina y la forma en que el hombre la miraba dejaban claro que estaban coqueteando. La sonrisa del hombre era penetrante y su mirada, cautivadora; parecía disfrutar haciéndola sentir especial. Sin embargo, la situación preocupaba a Izumi. Estar fuera de la seguridad de la escuela la hacía sentir inquieta, aunque no podía decidir si estaba siendo simplemente paranoica.

WALLS┃HYUNJIN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora