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Movía la cadera con suavidad, apretando sus muslos con fuerza cortándolos levemente con las uñas largas y filosas que tenía. Jadeos se hacían presentes, y se escuchaban tan desesperados ya que no estaba cómoda con la posición.

Se levantó de la cama gruñendo, buscando cosas en su cajón lleno de ropa interior encontrando un dildo el cual se podía poner en cualquier lugar y pretender que era un hombre.

Procedió a ponerlo en el suelo, junto con una almohada que tomó para apoyarse y no lastimar sus muñecas. De deslizó ella misma en el, cerrando los ojos por lo real que se sentía, subiendo y bajando con una sonrisa en el rostro imaginando que estaba encima de él.

Imaginando sus manos en su cintura, imaginando lo fuerte que la azotaba con sus grandes palmas, las yemas de sus dedos pasando por el puente de su cuerpo hasta llegar a sus pechos y apretarlos con tanta lujuria.

Hyunjin —Gemía.

Hyunjin estaba del otro lado de las paredes, con sus ojos abiertos de sorpresa y confusión.

Había pegado su cabeza del lado de su oído para poder escuchar mejor y confirmar que no estaba alucinando con el hecho de que Izumi gemía su nombre. Se sentía avergonzado, pero avergonzado de buena manera; jamás había vivido algo igual ya que todo este tiempo tenía sexo cuando quería y donde quería.

No se esperaba ser llamado de esa manera, todo el tiempo había sido fácil con las mujeres que querían estar con él por lo que nunca pudo experimentar ser deseado tal y como la menor lo estaba haciendo.

Pegó la palma de su mano en la pared blanca y fría, como si quisiera conectar con Izumi a través de ella. Apoyó su frente en la superficie, y se escuchaba que estaba empezando por lo bajos que eran sus gemidos.

Sus dedos fueron tocando el cierre de su pantalón inconscientemente soltando un jadeo al ver lo duro que estaba.

Envolvió su longitud con la palma de su mano empezado con los movimientos exactos que hacía Izumi con sus gemidos, como si el fuera conectando con ella, como si el deseo fuera mutuo. Hyunjin se había unido a ella con sus gemidos, enterrando sus uñas en la pared pretendiendo que la tocaba a ella.

Esa imagen de las piernas de Izumi había llegado a su mente, al igual que sus grandes labios los cuales hacían juego con los sus y su pene. La imaginaba de rodillas moviendo su cabeza de arriba hacia abajo con esa mirada penetrante creando el contacto visual.

Hyunjin aceleraba cada vez más, siguiendo el ritmo de sus gemidos informando que estaba apunto de tener su orgasmo, el mayor siseaba maldiciones continuas porque el aún no estaba listo para correrse.

Hyunjin —Gemía una vez más —Más rápido, Hyunjin.

Pudo escuchar sus gemidos siendo más fuertes, y su nombre aún salía de la boca de la menor. Ella estaba muy cerca, como si estuviera en la misma posición que el, como si lo único que los separaran eran esa pared.

Sigue... —Gemía Hyunjin.

En un abrir y cerrar los ojos tenía todo aquel líquido espeso entre sus menos y dedos, la respiración de Hyunjin estaba acelerada al igual que su corazón; y cerrando los ojos se había dado la vuelta pegando su espalda deslizándose para sentarse en el suelo.

Podía escuchar como ella también respirara con rapidez, soltando un que otro jadeo por lo sensible que estaba su clítoris. Izumi sonreía, la verdad extrañaba tanto poder ser escuchada tal y como Jeongin lo hacía.

Hyunjin se levantó, quitándose toda su ropa procediendo a tomar una de las toallas limpias que estaban en su armario para entrar a la ducha y darse un buen baño. Había tenido un día difícil hoy.

Pensó que uno de sus compañeros había muerto, la prueba de Duque, casi lo matan, sus heridas las cuales debía ocultar bien porque no iba a darle explicaciones a su madre y la propuesta de participar en El Matadero.

Tomando la toalla pudo escuchar pequeños toques en la pared, los cuales habían llamado su atención de inmediato. No porque le interesara, era porque siempre estaba a la defensiva.

Quédate un poco más.

Hyunjin miró la pared por unos segundos, sintiendo cómo su corazón latía fuertemente y no había sido por la adrenalina de orgasmo, sino porque ella sabía todo el tiempo que él estaba escuchando.

«Y si escuchas sonidos extraños provenientes de su habitación, te recomiendo que te tapes los oídos. La habitación de Jeongin es la tuy

El mayor, con un gesto cansado, dejó escapar un suspiro pesado que resonó en la habitación. Sus pasos resonaron en el suelo mientras se dirigía al baño, como si llevara el peso del mundo sobre sus hombros.

A pesar de la presencia de Izumi, quien claramente quería su compañía, él la ignoró por completo, como si estuviera encapsulado en su propio mundo. Sin detenerse ni un instante, entró al baño con determinación, sin darle la más mínima importancia a la joven que quedó detrás de las paredes, sumida en la soledad que él mismo había creado.

Su indiferencia era palpable, como si su mente estuviera ocupada por preocupaciones mucho más importantes que la presencia de otra persona.

WALLS┃HYUNJIN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora