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En la habitación de Hyunjin, la atmósfera era completamente distinta al tenso y silencioso avance de los sicarios en el resto de la mansión. Izumi y Hyunjin, ajenos al peligro que se cernía sobre ellos, se encontraban inmersos en su propio mundo. La suave luz de las lámparas de mesa arrojaba un resplandor cálido sobre la cama, donde ambos estaban recostados.

Hyunjin, con una sonrisa traviesa en los labios, inclinó su rostro hacia el cuello de Izumi, depositando besos lentos y apasionados en su piel. Cada beso provocaba un suspiro de placer en Izumi, quien respondía con una risa suave y juguetona.

— Hueles bien —Halagó Hyunjin, sacándole una risita a Izumi —Me gusta.

— Tu me gustas —Respondió Izumi coqueta.

Sus dedos se enredaban en el cabello de Hyunjin, mientras sus ojos se cerraban disfrutando del momento.

— Tu también me gustas —Dijo Hyunjin aún con los labios en la piel de Izumi —Me gustas mucho.

El ambiente en la habitación estaba cargado de una mezcla de ternura y deseo. Las risas de Izumi resonaban con un tono coqueto, mientras Hyunjin exploraba cada centímetro de su cuello con sus labios. Sus manos, firmes pero suaves, recorrían la espalda de Izumi, provocándole escalofríos y suspiros que llenaban la habitación con un eco de intimidad.

— Quiero quitarte toda la ropa —Murmuró Hyunjin con deseo, sacándole otra risa a Izumi.

— ¿Qué demonios te pasa hoy? —Preguntó Izumi riéndose con ganas, sintiendo cómo su rostro se calentaba ya que no estaba acostumbrada a ese Hyunjin caliente y apasionado.

— ¿Qué? —Preguntó, dejando de besar su cuello para verla a la cara juguetón —¿No te gusta?

— Me encanta.

Mientras reían y bromeaban, disfrutando de su momento íntimo, un sonido sutil pero inusual interrumpió su burbuja de calidez. El ruido de una obra de arte al caer resonó levemente desde la gran sala, apenas perceptible, pero lo suficiente como para que Hyunjin cambiara su expresión de romántica y calmada a una de absoluta seriedad y alerta.

Toda su vida Hyunjin había estado huyendo, siempre en guardia, siempre al acecho de cualquier señal de peligro. Este instinto lo mantenía a la defensiva, atento a cada detalle de su entorno. Para él, no existían las coincidencias, y un sonido como ese en medio de la noche era una alarma que no podía ignorar.

— ¿Escuchaste eso? —Preguntó Hyunjin serio.

— Sí —Contestó Izumi.

Izumi sintió el cambio inmediato en la energía de Hyunjin. La calidez y el jugueteo se evaporaron, sustituidos por una tensión palpable. Después de ponerse sus zapatos, Hyunjin se levantó de la cama con un movimiento ágil, su cuerpo en alerta máxima, yendo a su cajón y buscando su arma preparándola para ser disparada. Sus ojos escudriñando la habitación en busca de cualquier señal de amenaza. El eco de la caída resonaba en su mente mientras intentaba procesar la posible intrusión.

— Quédate aquí —Ordenó serio, mirándola a los ojos ya que sabía que no haría caso, pero al menos debía intentarlo.

Hyunjin sabía que en una mansión como esa, cualquier sonido fuera de lugar era motivo de preocupación. Desde que llegó, nunca antes había experimentado algo similar. La familiaridad de su entorno se tornó extraña y hostil. Tomando una respiración profunda para calmarse, decidió actuar con rapidez.

Hyunjin abrió la puerta de su habitación con cuidado, sus sentidos agudizados por la tensión. El pasillo estaba envuelto en un silencio inquietante. Al asomarse, su mirada se dirigió hacia la gran sala, donde divisó desde arriba los restos de la obra rota en el suelo. Su rostro se endureció, frunciendo el ceño mientras intentaba comprender lo sucedido.

WALLS┃HYUNJIN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora