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No llores por mí.
Seré tu santuario, porque no había sol que calentara aquella sangre ya helada. Estaba demasiado fría, ya que podía sentir que venía el mal.

No sabía a dónde carajo ir. Eran las dos de la madrugada, la sala estaba sumida en una atmósfera inquietante, en marcado contraste con la energía turbulenta que emanaba de Duque, Changbin y Luján.

Los tres hombres y esa mujer estaban listos para partir hacia el evento, donde presenciarían la brutalidad y la violencia de personas dispuestas a matarse entre sí era considerado un entretenimiento macabro.

La habitación resonaba con la anticipación de lo que esperaba, una sensación de excitación llena de emoción retorcida que colmaba el aire con una tensión palpable.

El matadero se extendía ante Hyunjin como un paisaje macabro y sombrío, aunque para su sorpresa era familiar en su brutalidad cotidiana.

— ¿Y Hyunjin? —Preguntaba Changbin, mirando a su alrededor. Disimulando el hecho de que el si quería verlo allí.

— Es quien esperamos —Empezaba a ver su reloj, sin recibir ninguna respuesta de aquella puerta abrirse.

A pesar de las oscuras expectativas que albergaba en su mente, la escena que se presentaba ante él no difería mucho de lo que había imaginado: un lugar donde la vida y la muerte se entrelazaban en una danza grotesca y despiadada.

Sin embargo, lo que más le impactaba era la presencia abrumadora de hombres de su misma edad, algunos incluso de la edad de su hermana, recordándole la crueldad del destino que los había llevado a todos allí.

— Si no sale en diez minutos es porque ya tomó su decisión —Explicaba Luján, mirando la hora en su celular.

El contraste entre la oscuridad de la noche y la luz tenue de la gran sala destacaba la naturaleza siniestra del evento al que se dirigían. Mientras el mundo dormía ajeno a la barbarie que se avecinaba, Duque, Changbin y Luján se preparaban para sumergirse en un espectáculo de violencia despiadada.

La idea de encontrar placer en la muerte y la destrucción resonaba en el ambiente, creando un aura de perversión y depravación que envolvía a los presentes.

Izumi había abierto la puerta de su habitación; mostrándose con una mini falda y botas las cuales sabía que se ensuciarían por la sangre que se salpicaría de vez en cuando.

— ¿Estás segura que quieres ir? —Preguntaba Luján burlona, para recibir un revoleo de ojos de parte de la menor —La última vez que fuiste no dormiste sola por noches.

— Tenía catorce —Se defendió —Ahora es diferente —Explicaba, con el mini espejo en sus manos y su labial retocando el color.

La expectativa de presenciar el caos y la carnicería alimentaba su sed de emociones extremas, convirtiendo la noche en un festín de sadismo y depravación.

Changbin sabía que a Izumi no le llamaba la atención asistir a eventos como ese, y que sólo se preocupaba por ir por la única razón de que Hyunjin iría. Mientras se preparaban para partir, la sala vibraba con la promesa de violencia y muerte, un recordatorio ominoso de los horrores que el ser humano era capaz de infligir en nombre del entretenimiento.

Otra puerta se abrió, llamando la atención de todos viendo como el resplandor de la pantalla de su celular iluminaba su rostro. La expresión de Izumi cambió de una seria a una sonrisa amplia, la cual se fue desvaneciendo a medida que recordaba su comportamiento de hace varios días.

— ¿Listos para irnos?

El auto que transportaba al superior Duque se deslizaba silenciosamente por las calles de la ciudad, llegando a una discreta entrada subterránea custodiada por sus subordinados.

Al ingresar, el túnel se iluminó con una luz tenue que apenas alcanzaba a revelar los contornos de las paredes. El auto avanzaba con determinación, seguido de cerca por los vehículos de escolta.

Al llegar a una amplia cámara subterránea, una escena sorprendente se desplegaba ante ellos: una hilera de autos lujosos alineados a ambos lados, cada uno ocupado por mujeres elegantes y sofisticadas que salían con porte distinguido.

— ¿Estás nervioso? —Preguntó Changbin, recibiendo un chasquido de lengua —¿La abstinencia sexual es lo que siempre hace que estés de mal humor todo el tiempo?

Hyunjin ignoró el chiste que Changbin estaba haciendo, mientras miraba las mujeres, ataviadas con trajes impecables y joyas centelleantes, parecían pertenecer a diferentes estratos sociales y profesiones.

Algunas llevaban trajes, otras vestidos de diseñadores exclusivos, mientras que unas pocas lucían uniformes de "prostitutas" y que así las catalogaban los hombres en este tipo de eventos.

A medida que el auto avanzaba lentamente entre los vehículos, las miradas curiosas de las mujeres se posaban en el presidente y su comitiva, generando un momento de tensión en el aire.

— Changbin —Empezaba a hablar Hyunjin —Si algo me pasa quiero que cuides a mi familia.

— Nada te pasará —Calmaba el contrario, con la mirada el frente esperando avanzar.

Aunque el propósito de la reunión subterránea permanecía en el misterio, ante el exterior; la escena ofrecía una instantánea intrigante de la diversidad y la opulencia que caracterizaba a ciertos círculos de poder en la sociedad.

Mientras el auto continuaba para finalmente entrar todos podían ver como las puertas se cerraban de inmediato.

Dejaba atrás la misteriosa congregación de mujeres, sumergiéndose una vez más en los túneles subterráneos que ocultaban sus movimientos al mundo exterior.

WALLS┃HYUNJIN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora