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Había pasado un año desde la victoria de Hyunjin sobre sus enemigos, un año de relativa paz y tranquilidad. La noche estaba lluviosa y fría, tanto que las ventanas se empañaban, ocultando el mundo exterior y creando una burbuja de intimidad en la que Hyunjin e Izumi se encontraban. Dentro de aquella habitación, los jadeos resonaban suavemente, mezclándose con el sonido de la lluvia golpeando el vidrio.

Las manos de Hyunjin se deslizaban lentamente por el abdomen de Izumi, su piel erizándose bajo su toque mientras ascendía hasta cubrir sus pechos con las palmas de sus manos. Los dedos de Hyunjin se movían con destreza, acariciando y explorando, provocando suspiros y gemidos de placer de los labios de Izumi. Ella se movía encima de él, cada movimiento calculado para maximizar el placer que ambos sentían, sus cuerpos sincronizados en una danza de deseo.

La noche se volvía más placentera a medida que sus cuerpos se entrelazaban, piel contra piel, calor contra calor. Era la primera vez que podían disfrutar de esa intimidad con la certeza de que ningún francotirador acechaba desde las sombras, ningún enemigo al acecho. Se sentían tan libres, tan completamente entregados el uno al otro, que cada caricia, cada beso, se sentía como la primera vez.

Izumi inclinó su cabeza hacia atrás, cerrando los ojos mientras un gemido profundo escapaba de sus labios. Las manos de Hyunjin bajaron por su espalda, trazando líneas de fuego en su piel, y ella podía sentir cada músculo de su cuerpo tensarse y relajarse bajo su toque. Sus cuerpos se movían al unísono, cada embestida llevándolos más cerca del clímax, sus respiraciones entrecortadas y susurros de placer llenando la habitación.

El orgasmo llegó como una ola arrolladora, un torrente de sensaciones que los envolvió por completo. Fue un momento de pura gloria, de conexión absoluta, en el que todo el mundo exterior desapareció y solo existían ellos dos. Izumi se derrumbó sobre Hyunjin, sus cuerpos aún temblando por la intensidad del momento, sus respiraciones gradualmente volviendo a la normalidad.

La respiración agitada de Izumi llenaba la habitación mientras Hyunjin sonreía, apartando con suavidad el cabello de su rostro para poder contemplar mejor sus mejillas sonrojadas por el reciente calor del placer. Hyunjin había estado lejos durante algún tiempo, acompañando a su padre en un viaje para conocer a nuevas personas y, probablemente, disfrutando de algunas fiestas. A pesar de las constantes llamadas telefónicas, nada podía compararse con tenerlo de nuevo a su lado, con sentir su piel contra la suya y escuchar su voz en persona.

Izumi soltó una pequeña risa al ver cómo Hyunjin se tomaba el tiempo de besar la punta de su nariz, un gesto tierno que le calentaba el corazón. Hyunjin, aún sosteniéndola, se incorporó lentamente, sentándola encima de él y manteniéndola cerca. Su mirada estaba llena de atención y cariño, listo para escuchar cualquier cosa que Izumi quisiera decir o preguntar.

Mientras se acomodaban, Izumi no pudo evitar recordar cómo los treinta minutos semanales de conversación telefónica le habían parecido insuficientes, apenas un suspiro en la vastedad del tiempo. Sentía que esos momentos se escapaban demasiado rápido, dejándola anhelante y deseando más. Ahora, con Hyunjin de vuelta, todo ese anhelo acumulado se había transformado en un torrente de emociones y sensaciones que la envolvían completamente.

— Te extrañé —Dijo Izumi con voz suave, sus palabras cargadas de un sincero afecto y una vulnerabilidad que sólo Hyunjin podía ver.

Sus ojos brillaban con una mezcla de alegría y alivio, felices de tenerlo de nuevo en casa, de poder tocarlo y hablar con él sin las restricciones de la distancia y el tiempo.

Hyunjin la miró con ternura, su sonrisa reflejando el mismo sentimiento de añoranza. Sus manos se movieron con delicadeza sobre la espalda de Izumi, reconociendo cada curva y cada línea de su cuerpo, recordando lo que había extrañado durante su ausencia. Su presencia era reconfortante, un bálsamo para el corazón de Izumi, que ahora latía con una calma renovada y un amor profundo.

WALLS┃HYUNJIN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora