60:"Viaje a londres"

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(Damián)

Mi pequeña ángel lo sabe, ella sabe perfectamente cuáles son mis puntos débiles y la mayoría son en ella. Sabe cómo manipularme y tenerme a la palma de su mano. Me siento jodidamente culpable por lo que hice y mi pequeña lo recuerda cada día y aún más; en la cercanía sexual. Aunque quisiera dejarla ir no puedo, yo no lo podría soportar, su presencia en mi vida es algo necesario y seguirá así hasta que aprenda a controlarlo. Pero ese es el problema, no quiero hacerlo.

No quiero hacerlo por muchas razones, una es que ella lo sabría a la perfección y se alejaría más, la otra es que me gusta tenerla cerca la mayor parte del tiempo. Su cercanía me hace bien y eso no lo puedo negar, desde que ella está en mi vida, mi mal humor ya ha disminuido, el estrés, cansancio, mal carácter, acciones impulsivas y más. En este momento ella está dormida en la recámara con una de mis camisas puestas lo que sabe que me enloquece. Termino por dejar unas cosas pendientes y me dispongo a irme pero una sombra llama mi atención.

De camino a mi habitación hay un hombre viendo algo con hambre, no despega la mirada y no siente mis pasos, aunque suelo ser muy silencioso. Mis puños se aprietan con enojo, mi irá aparece y todo en mi pide sangre y la tendrá. El cerdo asqueroso este está viendo a mi pequeña ángel mientras prepara su cena.

— Buenas noches Smirnov, espero este disfrutando la vista porque será la última — digo mientras tomo su cuello y lo estalló contra la pared.

Una pared lejos de donde estamos para que mi pequeña no escuche.

Me acerco a el y en sus ojos hay miedo mientras en los míos solo hay enojo.

— Veo que no escucho mis órdenes verdad — digo sacando mi arma y pasándola por su cara.

— No por favor, señor no-no. Y.. yo tengo hijos y familia — dice tartamudeando del miedo.

— Tienes familia e incluso con ellos a tu cargo le quisiste ver las piernas a mi mujer — digo corrigiendo sus palabras — Eso no lo perdonó, lo que es mío, es solamente mío y quien lo vea muere, y usted ya está a 10 metros bajo tierra.

El hombre empieza a decir balbuceadas que no tienen sentido alguno, pero lo único que ocasiona en mi es placer. El empieza a llorar pidiendo ser liberado pero eso no pasará, llevo mi arma a los labios haciendo un movimiento que se callé y el lo hace como puede.

— Mi mujer no se toca — estalló mi puño en su cara.

El movimiento brusco de su cara me hace sentir brutalmente bien.

— No se observa — tomo su nuca y lo acerco a mi cara juntando nuestras frentes para después golpear fuertemente su cabeza contra el suelo.

Escuchó su quejido de dolor pero eso solo agranda mi necesidad de sangre.

— No se piensa — digo mientras guío el arma a su entreceja.

— Señor por favor se lo suplico, soy el único proveedor de mi familia — dice como el cobarde que antes disfrutaba de su vista.

— Oh no, no y no. Le importa muy poco su familia cuando mi mujer preparaba su cena, y así como a usted le importo muy poco mi orden a mi también muy poco usted y sus discursos baratos — digo mientras lo tomo por el cuello y lo arrastro a el último pasillo.

Camino por suavidad para que mi pequeña ángel no escuche el ruido y me detengo frente a una puerta donde lleva a un lugar que muy pocos quieren conocer. Porque la posibilidad que salga de ahí con vida, son muy nulas.

— Señor — dicen los hombres que cuestionan la puerta bajando la mirada.

— Lleven a esta escoria a la celda T666 — digo con voz firme y rabia.

La Magia de la Mafia © [La Mujer del Mafioso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora