59:"¿Oportunidad?"

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(Belinda)

Me desperté en medio de la inconsciencia sintiendo mi cuerpo suave y con poca fuerza. Tenía hambre ya que mi estómago estaba rugiendo, abrí los ojos y estaba sobre el pecho de Damián durmiendo, solo que el ya estaba vestido. Me alejé rápidamente de el pero el lo percibió como una alerta de peligro por lo que terminó por atraerme a su cuerpo de manera protectora.

— Fui yo — digo soltandome bruscamente de su agarre.

— Oh por dios pequeña ángel me asustaste — dice intentando relajarse.

— Si, que bueno — digo sincera — No me gusta que me toques cuando duermo o dormir encima de ti.

— Pues discúlpame pequeña ángel, pero bien sabes que eso no es una opción.

— Adiós, me voy a bañar — digo sería y veo como el se empieza a alistar.

Lo ignoro y sigo mi camino al cuarto de baño, me voy a tardar lo más que pueda para que cuando salga no me encuentre con su desagradable presencia. Y como siempre ahí hay un vestido, el de esta ocasión es lila ajustado en la cintura y pecho, y de la cintura para abajo cuenta con un vuelo, es hasta las rodillas. Me lo coloco y me empiezo a ver en el espejo, ¿Cómo pude creer en Damián?
Sabiendo que el es un hombre del cual todas las chicas del instituto desean. ¿Y se iba a fijar solo en mí?

Que estúpida.

No soy estúpida del todo, ya que con semejantes encantos y halagos cualquier caería a sus pies. Pero se equivocó conmigo, porque si a mí me la haces, a mí me la pagas. Y se que su punto débil es la posesividad y celos conmigo, así que aprovecharé eso al máximo, si incluso; tendría que coquetear con sus aliados de la empresa lo haría.

Salgo del cuarto de baño, pero su desagradable presencia sigue ahí sentado sobre la cama mientras ve algo en su móvil ¿Que acaso no se piensa ir?

— Sabía que te iba a quedar hermoso, me encanta verte en vestidos pequeña ángel — dice mientras con su mirada recorre todo mi cuerpo.

— Rata influyente, deja de decirme pequeña ángel, tu y yo ya no somos nada — digo con enojo.

Pero es que mi cuerpo es tan traicionero, aún se siente nervioso cuando sabe que Damián lo está observando.

— Pequeña ángel tu y yo nunca dejaremos de ser algo — dice con malicia en su cara.

Pero como dicen; quieres ser la rata, mucho gusto soy el gato.

O también, todo rey tiene su debilidad, y yo se cual es su debilidad en el ajedrez.

Me acerco lentamente a Damián y lo empiezo a seducir mientras le bailo moviendo mis caderas de un lado a otro, sus ojos siguen mi movimiento y me acerco cada vez más a el hasta quedar cara a cara, empiezo a besar sus mejillas y cuello lo que hace que el cierre los ojos por placer, sigo mi camino hasta detenerme en su oreja y murmurar:

— Mía Katia, eres solo mía — digo de manera sensual en su oído.

Me levanto de forma rápida y veo que su semblante cambio, es serio y con una mirada de dolor que causa placer en mí.

— Pequeña ángel yo... — intenta decir pero yo no quiero que hable.

— ¿Tu que? ¿No quisiste? Ya lo hiciste Damián, me quería ver sufrir y ya lo hiciste, ahora solo disfruta de mi dolor — digo con odio por lo que se termina por levantar y querer acercar a mi.

Yo solo retrocedo y el me ve con mirada suplicante.

— Pequeña ángel, tenga lo que tenga que hacer pero no te voy a perder, no puedo y no lo intentaré. — dice decidido y con mirada de dolor.

La Magia de la Mafia © [La Mujer del Mafioso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora