65:"De vuelta a la cruel realidad"

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(Belinda)

Las suaves sábanas de seda que están en contacto con mi piel me hacen sentir en las nubes, frotó mis ojos y por fin estoy en la casa de Damián. Ya no me gustaba estar en el hospital aunque me trataban bien, pero esas paredes no me hacían bien. Me levanto de la cama y veo que aún Damián sigue dormido, voy al baño y tomo algún vestido de allí y me coloco.

Al salir ya el está despierto, sentado sobre la cama con el ceño fruncido, sus cabellos despeinados y frotándose sus ojos.

— Buenos días — digo acercándome a el feliz.

— Buenos días pequeña ángel — dice con sueño.

Yo termino por sentarme en unas de sus piernas y el me mira por unos minutos hasta que yo no puedo más y tengo que preguntar.

— ¿Que pasa?

— Nada pequeña ángel, es que extrañaba tus sonrisas y ver cómo tus ojos brillan al verme. Realmente lo extrañaba — dice el un poco melancólico.

Damián ciertamente estos días ha hablado como si lo fuese odiado y distanciado de el, pero debe ser por lo días que estuve inconsciente.

— Pero ahora ya desperté y puedo darte abrazos — digo haciendo que su sonrisa aparezca.

— Sí. Me voy a duchar ya vuelvo pequeña ángel — termina por decir y yo voy en busca de mi móvil y cosas.

Los busco y los busco pero al final no encuentro nada, lo busque por todo la habitación y a la final no encontré nada. Para cuando estoy en el colapso Damián sale del baño con si torso desnudo. Y no se pero un recuerdo un poco desagradable vaga por mi mente.

Pero a el secarse los cabellos con otra toalla todo desagrado desaparece y solo en mi empiezo a sentir calentura. Oh no Belinda calmate.

¿¡Pero que hago!?

¡Detente!

Mi cuerpo no obedece a mi cerebro y termino por acercarme a Damián, su mirada es oscura y provocativa. Al estar detenerme cerca de el, su respiración se vuelve más pesada y toma mi cintura pegándome a su cuerpo y haciendo que la tela frágil de mi vestido se vuelva transparente.

Sus ojos se desvían hacia abajo y como no es necesario usar sujetador con estos vestidos, mis pechos son un poquito visible.

— Carajo pequeña ángel — ruge Damián.

Pecare.

El toma mi nica haciendo que nuestras bocas se unan y que mis piernas rodeen su torso desnudo, da una vuelta y camina unos pasos para después sentir como mi espalda choca contra la pared. Yo sigo su desenfrenado y caliente beso con la misma intensidad, sus manos recorren mi cuerpo con lujuria y deseo provocando todo tipo de emociones en mí.

Yo empiezo a hacer movimientos con mis piernas para acercarlo más a mi y su toalla termina por caer, no puedo ver nada por estar pegada a el. Pero si sentir, se separa de mi boca y su mirada ahora está más oscura que antes, sus ojos me desvisten de una manera indiscutible.

El termina por cortar cualquier tipo de distancia entre nosotros y hacer que mi zona íntima sienta su gran, despierta y demencial polla en mi entrada. Empieza a hacer movimientos de arriba hacia abajo haciendo que sienta como su pronunciada erección se despierta más con cada roce.

La Magia de la Mafia © [La Mujer del Mafioso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora