De repente a mi papá se le juntaron algunos viajes que le impedían volver a casa pronto, sin importar que fuera el momento de mis vacaciones y casi el único para reunir la familia después de tanto tiempo sin vernos, él tenía pendientes que no podía revertir.
A mí realmente me daba igual que estuviese, conforme crecía me acostumbré a no verlo seguido y gracias a ese entrenamiento al que estuve preparado desde el comienzo de mi vida no me modificaba en nada su presencia en la casa, pero para mi mamá el sentimiento era diferente.
Era evidente que ella no quería que yo notara la ausencia, intentaba reunirse conmigo en la cena a pesar de su apretada agenda siendo concejal y justificarlo contándome cosas de su política que no me interesaban pero para ser respetuoso, la escuchaba con atención. Los dos estaban metidos en la política desde antes que yo naciera, lo que hubiese sido obvio que a mí me gustara y recibiera la misma educación, pero gracias a que preferían mantenerme apartado de sus caóticas vidas, crecí queriendo jugar al fútbol como mi único objetivo en la vida.
No estaba de acuerdo en cómo mis papás veían la política y mucho menos cómo la aplicaban, no entendía las formalidades ni protocolos, tampoco cuál era su función exactamente si lo que veía mal en la ciudad no cambiaba hacía años y ellos no parecían hacer nada para revertirlo, y una de esas distinciones la encontraba en el barrio de mis amigos.
Por eso, cuando ella tocó el tema de los fondos que estaban destinados al municipio, escuché sintiéndome un ciudadano más al que le prometían cosas que nadie veía cambiar, pero como parte de nuestra charla la dejé dar su discurso repetido. Asimismo creí que era una gran oportunidad para preguntarle por lo que Uma necesitaba y la guié hacia esa cuestión para indagar.
— ¿Vos sabés algo de los planes que le dan al barrio, estás al tanto?
—El barrio de tus amigos tiene aumentado el salario, eso lo sabés.
—Sí, pero no todos tienen los planes. —le dije y ella frunció el ceño descreída. — hay una amiga de los chicos que está haciendo los trámites y están tardando, ¿es posible que puedan hacer algo?
—Alec... —suspiró dejando sus cubiertos para mirarme con su mayor armado de paciencia. —amor, ese barrio tiene demasiados beneficios simplemente por ser tus amigos, no es una molestia pero no podemos interferir en el sistema, eso es problema de los delegados que tienen su gente para tramitar ese tipo de cosas.
—Bueno pero quizá vos podés pedir que se apresuren con los salarios, hay gente que todo el tiempo los hace y tarda un montón, esta chica lo necesita rápido.
—Hijo pero no puedo meterme, demasiado trabajo tiene tu papá y yo no me ocupo de eso.
—Pero pueden hacer algo, él como intendente o vos como su concejal ¿sino con quién hay que hablar para que se aceleren los trámites? —insistí para tener una respuesta más certera, que la autoridad que tenían no les permitiera interferir era irreal.
—Dejame hablar con Carlos, pero no podemos dar más de lo que reciben.
— ¿Es un chiste mamá? —pregunté fingiendo diversión. —El barrio está destruido, las calles siguen siendo de tierra y las casas cada vez están más arruinadas, el club se está cayendo a pedazos, y creo que si ellos están mejor entonces no quiero imaginar cómo están los demás.
—Hijo la gente que vive ahí está acostumbrada a ser así, a ellos no les importa ese tipo de cosas.
— ¿Alguna vez les preguntaron si a ellos no les importa ese tipo de cosas? —fruncí el ceño confundido de su concepto. — se acostumbran porque no les queda opción, pero nadie quisiera vivir en la miseria, ¿qué persona cuerda quisiera?
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El partido más Difícil.
Teen FictionHISTORIA EDITADA BAJO OTRO NOMBRE. Para Alec volver a sus raíces siendo un famoso y reconocido futbolista, siempre es un buen motivo para poner los pies sobre la tierra, aunque volver también requiera de encontrarse con su remarcada verdad, ser hij...