Sus palabras rondaban en mi cabeza haciéndome sentir el estúpido más grande del mundo, pensaba que si bien mi papá no era tan bueno en su trabajo y su política se notaba sucia, lo único que tenía que realizar para contentarme ni siquiera lo hacía, por lo que si no lograba acatar un favor que, como hijo le pedía, lo poco que le importaba la gente que lo votó mucho menos.
Comenzaba a entender que, los chicos no querían aceptar mi ayuda porque pensaban que lo que les prometía nunca lo iba a realizar, después de todo no era él pero tenía su sangre y estaban tan cansados que los ilusionaran que ni yo podía mejorar eso.
Mi impulso fue producto de la bronca que sentía por cada situación que entendía, debería haber empezado desde abajo pero ya no podía irme, supuestamente el señor tenía diez minutos para mí y no me convenía desaprovecharlos, lo ridículo era que siendo el hijo era lo máximo que me podía brindar cuando de su tiempo se trataba.
—Adelante señor. —me dijo su secretaria y asentí en agradecimiento para ingresar a su despacho.
—Si no fueses mi hijo diría que no te reconozco.
—Si no fueses mi papá, diría que no te conozco. —redoblé y él rodó los ojos sin darle interés a mi broma, tanto como yo lo hice.
— ¿Venís a pedirme perdón para volver? —me preguntó y yo quise reírme de la gracia que me causaba su ironía, pero con una mirada le bastó para darse cuenta que no pasaría nada de eso.
—Vengo a hablar de un temita que te va a interesar. —me senté frente a él con los brazos sobre su escritorio, como todo un profesional de algo. Asintió prestándome atención.
—Te escucho.
—Quiero que se cumpla lo que me prometiste a mí hace cinco años cuando me dijiste que el barrio iba a beneficiarse con una subvención, necesito que se arreglen las calles, manden más patrullas de vigilancia, y haya posibilidades de trabajo así sean comunitarias. —le dije con seguridad y él me miró con la falsa gracia que le estaba causando. —y si al menos la mitad de todo lo que te estoy pidiendo se cumple entonces yo mismo me voy a encargar de usar mi nombre para conseguir que la gente vuelva a confiar en vos y puedas tener un segundo mandato, pero si no me voy a encargar de que sea todo lo contrario.
— ¿Perdón?
— Sabés que puedo convencer para bien o para mal, que un Klein esté en contra de su propio apellido es lo que no estás teniendo en cuenta. —le dije sentándome hacia atrás, manteniendo la seriedad con la que me tomaba mi pedido. —ahora podés repetir "¿Me estás amenazando?" o algo de lo que seguro vas a decir.
—Me estás amenazando. —afirmó y yo hice una mueca entre un asentimiento y negación.
—A vos te conviene y a mí también, ¿por qué querrías tener a tu hijo en contra?
—Yo me pregunto si vos jugas al fútbol o sos político ahora. —dijo con gracia sentándose hacia atrás también, me encogí de hombros a la defensiva.
—Nada me impide reclamar lo que me prometiste, imaginate que si me mentís a mí la gente de allá afuera entonces que se maten, ¿no?
—Primero en principal yo a vos no te miento, segundo ese barrio tiene muchos más beneficios de lo que recibe cualquier persona, y tercero vos escuchas lo que les conviene a ellos que sepas.
Me reí negando sin sacarle la mirada de encima, como él a mí, sus ojos me decían que nada lo que le estaba diciendo le gustaba y me parecía perfecto, así debía ser.
—Me gustaría hacerte un tour por el barrio, a ver si a ellos les conviene que vos sepas cómo se vive, no hace falta ser político para intentar ayudar a la gente más allá que sea tu obligación y sus derechos.
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El partido más Difícil.
Teen FictionHISTORIA EDITADA BAJO OTRO NOMBRE. Para Alec volver a sus raíces siendo un famoso y reconocido futbolista, siempre es un buen motivo para poner los pies sobre la tierra, aunque volver también requiera de encontrarse con su remarcada verdad, ser hij...