No quería presionarla a que me dijera nada, ya iba a haber momento para que me contara lo que pudiera después de tantos días de puro estrés, además de sobrecargar hacía meses lo que conllevaba la enfermedad de su mamá. Me aliviaba ser yo quien la contuviera y se permitiera la debilidad, a pesar que me sensibilizaba de igual forma verla tan vulnerable, abrazándome con fuerza y llorando en mi pecho sin consuelo suficiente.
Se calmó después de unos minutos y más tranquila pude hacer que me mirara, sus ojos tristes no dejaban de denotar esa pizca de fuerza que intentaba sostener, lo que admiraba sin lugar a duda.
— ¿Más tranquila?
—Ahora que estás acá sí, gracias por venir.
—No hay de qué, quería estar para vos. —le dije limpiando las últimas lágrimas que le caían por la suave mejilla bajo mis yemas. —Ella ahora está descansando.
—Espero que sí. —musitó con una voz suave que apenas era audible, pero se mantenía con esperanza. Volvió a abrazarme y yo la sostuve, tuve que esconder mi cara en el hueco de su cuello porque el mirar a mi alrededor me revolvía el estomago, de la tensión y los nervios que tenía al recordar la caída en aquella tumba.
Al alejarnos de la parcela, me agarré fuerte de ella cuando pasamos por al lado de la tumba recién cavada y con el cajón ya enterrado, la tierra todavía estaba húmeda y al verla un escalofrío se apoderó de todo mi cuerpo, lo que me obligó a contener el aire.
— ¿Estás bien? —preguntó y asentí sin darle importancia, pero pude respirar normal cuando pisé asfalto, aunque poco me relajaba. — ¿Cuándo llegaste?
—Recién, vine enseguida para acá.
— ¿Y qué pasó con el club, se enojaron?
—No, entendieron y me dieron unos días. —le conté y me miró sorprendida, frenando para que dejáramos de caminar y pudiéramos estar frente a frente.
— ¿En serio? Ay mi amor te voy a tener conmigo al fin.
—Sí al fin. —sonreí y acuné su cara con mis manos para darle un suave beso, me hacía tanta falta que ni siquiera me importaba estar todavía en el cementerio, sólo quería besarla y sentir sus labios nuevamente, lo que despertaba en mí esas lindas emociones en mi estomago, por no decir mariposas.
— ¡Alec! —escuché su voz y tuvimos que apartarnos, Kasia corrió hacia mí y yo me agaché abriendo los brazos para recibirlo en un profundo abrazo.
— Cuánto te extrañé amiguito. —le dije apretándolo fuerte, ya que él se abrazaba a mí de la misma forma. Escuché a Uma emitir una risita y cuando vi por encima del hombro de Kasia, los demás enanos corrían hacia nosotros, por lo que abrí mi brazo y recibí a Zarek, Harumi y Odalis en un abrazo.
—Alec... —formuló Harumi tocándome la cara y yo le sonreí. —Alec.
—Hola hermosa.
— ¡Aie! —se apartó Odalis mirándome y yo me reí un poco porque intentaba quitar a sus hermanos para saludarme, me agaché más con Kasia que no se me despegaba del cuello y llegué a darle un beso.
—Qué hermosa bienvenida, hola mi amor.
—Hola Alec. —dijo Zarek saludándome con la mano e intenté darle un beso en la mejilla sobre Harumi que se abrazaba a Kasia también.
—Hola campeón.
—Parece que todos te extrañamos, unos más que otros. —dijo Uma por Kas y se agachó hasta él por detrás de mí para mirarlo. —Mi amor, vení conmigo.
ESTÁS LEYENDO
El partido más Difícil.
Teen FictionHISTORIA EDITADA BAJO OTRO NOMBRE. Para Alec volver a sus raíces siendo un famoso y reconocido futbolista, siempre es un buen motivo para poner los pies sobre la tierra, aunque volver también requiera de encontrarse con su remarcada verdad, ser hij...