— ¿Estás bien? —pregunté interrumpiendo un silencio que no me ponía incómodo pero era inquietante para lo que había pasado minutos atrás, caminábamos juntos y ella mantenía el ambiente mientras luchaba con el viento y su pelo que se volaba por todos lados. Me miró cuando le hablé y su sonrisa me hizo entender que no pasaba nada.
—Muy.
Sonreí y bajé la velocidad de mis pasos así después parar y articular mis dedos dejando la bolsa en el suelo, Uma siguió caminando y la observé, tenía un corto short y la campera con su cartera colgando, mientras el viento seguía molestándole. Debía mirarla para darme cuenta que fue cierto, la había besado y me pareció el mejor beso de mi vida, nunca me lo iba a olvidar porque era la primera chica que me gustaba de una forma extraña y que me lo haya correspondido fue perfecto.
— ¿Qué pasa? —me preguntó cuando se dio cuenta que caminaba sola y yo negué sin importancia, me quedé en el lugar y ella se acercó estirando sus brazos hacia abajo con la campera. — ¿Ya te cansaste?
—Para nada.
— ¿Necesitas energía?
—Depende cual sea. —dije y sonrió, miró hacia el costado para después acercarse y poniéndose en puntas de pie me dio un beso que la obligué a responder con énfasis, se sostuvo de mis hombros y yo solté la bolsa así pasar mis manos por su espalda y acercarla un poco más a mi cuerpo. La energía era buena, definitivamente podía agotarme cada pocos minutos si de esa forma iba a recargarme.
Escuché el ruido de un auto pero no me importó, hasta que estuvo más cerca y tocó la bocina, nos separamos para observar y por detrás esperaba un señor, por lo que nos corrimos de inmediato dándonos cuenta que estábamos en el medio de la calle, él saludó y nosotros nos reímos sin habernos dado cuenta que estorbábamos su caminado.
— ¿Me vas a negar?
— ¿Qué?
—De lo que te dije.
—Alec...—suspiró alejándose y yo levanté la bolsa así empezar a caminar cuando lo hizo también. Todo era muy cuento de hadas para que la bruja apareciera y se hiciera presente en el conflicto, por lo que me arrepentí de haberlo preguntado.
—Voy a tomarlo como un no, no me vas a negar.
—Sabés que es complicado.
—No veo lo difícil.
Apreté fuerte mi agarre a la bolsa controlando el orgullo que siempre me terminaba ganando y no quería que fuera el caso, habíamos pasado por eso antes y el beso que nos dimos tenía que ser motivo para que las cosas se pasaran de otra manera.
No fue un beso, fueron dos y el último fue iniciado por ella, eso significaba que lo quería tanto como yo y no veía lo complicado si tenía la valentía de volverme a ilusionarme, a menos que jugara conmigo, pero era demasiado cruel de su parte si lo hacía.
Llegamos a la parada del colectivo sin decir ni una palabra, quizá si yo no le hubiese preguntado estaría todo normal, pero no iba a empezar a echarme las culpas, ella también era muy terca además de pesimista.
Tardó al menos quince minutos el colectivo en llegar y en eso se sumó a nuestra parada un señor que parecía ir a trabajar como todas las personas que comenzaban a aparecer por el horario, que no debía rondar más que desde las seis o siete de la mañana.
Me quedé en la rampa del medio del colectivo donde normalmente iban los discapacitados mientras que Uma se sentó en los asientos traseros. Quería mirar el camino y disfrutar de sentirme un ciudadano más que recorría la ciudad, pero tuve que obligarme a no parecerlo poniéndome los anteojos y subiéndome la capucha del buzo cuando noté que el chofer me miraba seguido por el espejo retrovisor.
Sólo pasaron veinte minutos de esa fría pared que habíamos puesto nuevamente entre nosotros y no me gustaba que fuese así, pero el orgullo me estaba ganando porque no quería hablarle y pedirle por favor que me dejara intentarlo.
Ella bajó y se puso a mi lado, la miré por detrás de los anteojos sin darle atención, hasta que se acercó a mí poniéndose enfrente casi cerniéndose sobre mí y volvió a ponerse en puntillas de pie para buscar mis labios.
Suspiré y le respondí bajando apenas a su altura para que durara, y poco a poco bajé mi mano a su cintura, saboreando y explorando su boca con lentitud.
No conté cuánto duró nuestro beso, pero estuvimos un buen tiempo compartiendo nuestros labios, acariciándolos el uno al otro lentamente, incluso cuando no nos besábamos y recuperábamos aire nos manteníamos cerca, sin decir ni una palabra, sólo mirarnos y volver a besarnos. Podía ser incómodo para el ojo público, la gente nos miraba porque no nos apartábamos y para nuestra suerte, minutos después los últimos asientos estuvieron vacios por lo que ella agarró la bolsa y la seguí sin poder sacársela.
Nos sentamos y nuestras manos se entrelazaron por inercia, se sintió bien, me gustaba su mano, era delicada y fina, sus uñas estaban pintadas de negro muy prolijas y tenía dos anillos, uno de coco y el otro como un cintillo de oro. Era increíble que ellas pudieran encajar tan bien y me causaba gracia prestarle atención al mínimo detalle, pero era fundamental para mí porque Steff una vez me dijo que el día que mi mano encajara a la perfección con la de alguna mujer, ese día iba a saber que ella sería la indicada.
—Prometeme que no te vas a ir. —me dijo desconcertándome de mi atención hacia nuestras manos.
—Prometeme vos que no me vas a negar. —redoblé mirándola y dio un gran suspiro mientras yo jugaba con su anillo, dándole mi atención. — ¿de quién es este?
—Ah, no te dije, es que estoy casada. —dijo y me tensé de inmediato, sacándome los lentes para mirarla a los ojos y que ellos me dijeran que era mentira, pero su risa me lo confirmó. —era de mi abuela, cuando se casó con mi abuelo.
— ¿Te lo regaló?
—Sí, cuando mi abuelo murió me lo dio, tenía como unos seis años y nunca lo usé hasta que ella falleció, el día siguiente a su entierro, por alguna razón apareció a mi vista y desde entonces me lo saco para bañarme nada más.
—Una señal de que tu abuela estaba con vos.
—Seguro. —asintió. — ¿vas a cumplir?
— ¿Qué?
—No te vayas.
—Me quedaría solamente si sé que me vas a asegurar algo Uma, no me importa en la lentitud que lo hagas, pero que al final puedas decirme que sí.
—Bueno vos lo querés muy fácil Alec, lamento decirte que a mí lo que menos me impresiona de vos es tu plata y jugaras bien pero no sos Messi tampoco. —dijo y yo me reí, su sinceridad hacía que me gustara mucho más, era hermosa. —no me puedo meter tan rápido con vos sólo porque sos Alec Klein, debería conocerte un poco más ¿no te parece?
—Tenés razón, no tengo problema en impresionarte, y ya me di cuenta que no sos para nada fácil.
—Que quede claro que no te estoy diciendo que sí Alec, pese a todo eso sigo insistiendo en que somos muy diferentes y yo no tengo nada para impresionarte y retenerte.
—Mirate al espejo y te vas a dar cuenta que sí tenés, sos hermosa Uma, es suficiente pero por suerte hay mucho más.
—Tampoco es para que empieces ahora y de la forma más clásica, sé que podés esmerarte, yo lo voy a hacer. —dijo y me reí pensando en lo difícil que sería.
Si tenía que impresionarla no iba a ser de la misma manera que ella me impresionaría a mí, claramente, el trabajo de mi parte era mucho más duro pero contaba con ello y me reconocía como buen luchador para conseguir lo que quería.
Y yo la quería a ella.
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El partido más Difícil.
Teen FictionHISTORIA EDITADA BAJO OTRO NOMBRE. Para Alec volver a sus raíces siendo un famoso y reconocido futbolista, siempre es un buen motivo para poner los pies sobre la tierra, aunque volver también requiera de encontrarse con su remarcada verdad, ser hij...