55.

57.6K 3.7K 271
                                    

No fue nada fácil, y cuando decía que no lo fue era porque realmente no fue algo que simplemente pasó.

Me costó mucho conseguir una semana en Argentina y no sólo mi esfuerzo, también de mi plata, nadie hacía las cosas como favor o porque se apiadaba de la otra persona, el hecho de ser una figura pública con una estigmatización al sueldo mensual, volvía la ayuda en forma de precio. Sin embargo no me importaba absolutamente más nada que viajar para ir por ella, sabía que tampoco ese iba a ser un trabajo fácil porque a pesar de que la amaba, era una chica muy difícil, orgullosa y sobre todo lastimada.

De cualquier forma, todo valió la pena cuando mi avión finalmente aterrizó en tierras bonaerenses, se sentía un alivio enorme poder relajarme y olvidarme por un rato del club, los problemas y cosas que me aturdían más de lo que me permitía.

Como siempre, Steff estaba esperando junto con mis guardaespaldas y verlo parado al lado del auto me dio demasiada felicidad, por más que su enojo no se haya ido del todo podía con el simple hecho de tenerlo de nuevo.

—Es bueno verte, hijo.

—Lo mismo digo. —palmeé su hombro y me encaminé para entrar al auto, sin volver la situación incómoda porque después de todo, era Steff.

—Alec esperá. —dijo y me quedé quieto, mirándolo y notando su nerviosismo evidente aunque fue firme al hablar. —Preferí pedirte disculpas en persona por lo que pasó ese día, no quise gritarte.

—Está bien, no te preocupes, supongo que me lo merecía.

—No lo creo, no serías capaz de lastimarla.

—Yo también me creía incapaz y sin embargo creo que lo logré.

—Va a entender.

—Eso espero. —suspiré y volví a palmear su hombro para despreocuparlo, era bueno que cortáramos con la tensión que no era propia en nosotros, por el tipo de relación que teníamos y que ninguno quería continuar con molestia, por lo que le agradecí su sinceridad y entré al auto cuando fue necesario apresurarnos a irnos.

Estaba nervioso, tenía un nudo en el estomago así cómo mi corazón se aceleraba cada vez más cuando nos íbamos acercando al barrio, decidí ir como primera parada ya que no había necesidad de hacer otra cosa que no fuera hablar con ella, pero las dudas que me rondaban por la mente me estaban matando.

¿Qué decirle? ¿Cómo hacerlo? ¿Me perdonará? ¿Qué hacer si no me perdona?

Estaba claro que no me iba a rendir si no me perdonaba, tampoco cometí un delito pero se sentía así cuando me daba cuenta que nos habíamos separados y desde entonces mi vida era una tormenta que no cesaba e iba de mal en peor.

Respiré hondo cuando ingresamos y miré mis manos, las apretaba con fuerza y para relajarme me troné los dedos, necesitaba algo en qué pensar y si era posible que no sea lo que le iba a decir, ya que quería hacer lo que mejor me saliera, lo cual no era de toda mi confianza, pero lo único que tenía claro es que la amaba y no me arriesgaría a perderla por nada en el mundo, así como empecé, lograría que continuara.

—Alec. —me llamó Steff sacándome de mis pensamientos, lo miré y él lo hizo por el espejo retrovisor, parecía nervioso. —Eh... ahí está ella.

Me señaló hacia adelante y no sólo la vi caminar con una gran bolsa en la mano, sino que a su lado era acompañada por un chico, y pude identificar por sus tatuajes, a su ex.

Mi corazón se hundió y me quedé estático, como si el aire se me fuera de los pulmones por un segundo y me reiniciara. Los observé hasta que doblaron en la esquina entrando en su cuadra, la vi de perfil y ella sonreía delante de mis ojos que se me pusieron borrosos de las lágrimas que me inundaron de repente.

El partido más Difícil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora