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Me gustaban las charlas con Steff, siempre eran interesantes, pero entrar al barrio y estar a cinco minutos de mi novia me puso ansioso y me hizo sentir un estúpido por las cosquillas que mi estomago producía. Le pedí disculpas por no contestarle con toda mi atención y burlándose de mí, nos despedimos cuando llegamos a su puerta y tuve que asentir a todas sus indicaciones, antes que Uma se atreviera a burlarse también.

Cuando entré a su casa, noté que todo estaba en silencio, ella se fue a lavar los dientes y salió después de unos minutos para poder darme mi verdadera bienvenida, con un beso.

— ¿Querés desayunar?

—Desayuné temprano, pero antes que me agarre hambre de nuevo lo acepto. —le dije y ella sonrió yendo a la cocina, yo la seguí. — ¿tu tía está durmiendo acá?

—Sí, en el cuarto de mi mamá, yo tampoco sé cómo puede pero era la hermana así que miedo no le va a tener.

—Bueno vos eras la hija, ¿le tenés miedo?

—No es que me pueda hacer algo, pero desconfío hasta de su fantasma. —se rió un poco, ella se tomaba las cosas con tanto humor que me asombraba, así que intentaba seguirle el ritmo. — ¿vos le tenés miedo a los fantasmas?

—Bastante.

— ¿Muchas películas de terror?

—Ajá. ¿Vos no?

—Le tengo más miedo a los vivos.

—Eso dicen todos, pero no creo que sea divertido que un muerto te estire los pies hasta tirarte de la cama. —comenté como si eso fuese real, a pesar que no me faltaba el ingenio para soñarlo.

—Porque que te asalten y te maten es tan divertido. —dijo sarcástica y yo sonreí acercándome a ella para abrazarla por detrás.

— ¿Me estás burlando?

—Es la única forma de no odiarte porque son las nueve de la mañana y es la primera noche que se suponía que podía dormir tranquila sin tener que recibir a mi mamá drogada. —sonrió y yo la miré estupefacto, pero ella se rió y salió de mi agarre haciendo un ademán. —mentira, tonto... al menos la parte que te odio por ser las nueve de mañana.

—Puedo irme y...

—Es una broma tonto. —sonrió acercándose lo suficiente para darme un beso en los labios. —me encanta que estés acá, al fin.

La ayudé a preparar el desayuno y nos sentamos en la mesa así empezar, no tenía hambre pero no iba a despreciar su dedicación al hacer las cosas para ambos, por lo que comí sin problema.

—Alec yo quería pedirte disculpas por lo de ayer.

— ¿Por lo de tu ex? —pregunté y ella asintió haciendo una mueca. —no tenés que pedirme disculpas, no fue nada grave.

El partido más Difícil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora