15.

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Para mi alivio y sorpresa, aunque los chicos dudaron de aceptar mi regalo, me lo agradecieron y se sintió genial, pensé que iba a ser peor e iba a tener que luchar con ellos, pero no fue tan así y la cena del martes se basó en contar cada uno, lo qué iba a hacer con la plata.

Era triste que ellos pensaran en usarlo en cosas como cuentas, deudas, alimentos y gastos para la familia, ninguno pensó en comprarse cosas para ellos y no dejaban de agradecerme, suponía que los hacía feliz pagar deudas por lo aliviados que parecían, pero no me metí en eso, porque al fin y al cabo era un regalo y podían hacer lo que querían.

Steff me avisó que era hora de irnos y los chicos se empezaron a ir de a poco, hasta que sólo quedó Gaby y los dos ayudamos a Lilo con el bar. Mi tarea lavando los platos fue interrumpida cuando me dijeron que me llamaban y al salir, me encontré con Uma esperando.

— ¿Venís a reclamar por qué te di eso no? —pregunté mirando el sobre en sus manos y ella asintió. —entonces me voy, no acepto devoluciones.

—Alec pará, no puedo aceptar tanta plata.

—Aceptalo pensando en tus hermanitos y en vos, no hagamos de esto un drama, por favor.

—No, no va a ser un drama. —dijo y puso el sobre arriba del mostrador. —muchas gracias, pero no lo necesito.

—Eso es mentira Uma, no seas tan orgullosa. —le dijo Gaby haciendo que se diera vuelta cuando estaba por llegar a la puerta.

Nunca vi su mirada tan enojada pero definitivamente la dulce Uma no lo fue cuando le retrucó.

— ¡Vos no te metas, basta, dejen de meterse en mi vida!, ¿tan difícil es? ¡No les pedí nada! —se quejó y cerró la puerta fuerte al irse.

—Qué tonta es a veces. —bufó mi amigo dejando el plato sobre la mesa después de haberlo secado, yo suspiré.

Dejé el sobre en la estantería del bar, ya le había saldado la cuenta a Coti pero esa plata era para que cualquier de los hermanos de ella lo usara, si Uma no lo quería aceptar que no lo hiciera, pero los nenes eran diferentes.

Quizá pensaba que se lo daba por lástima o realmente era orgullosa, existía la posibilidad que todos pensaran eso, pero si me conocían bien sabían que jamás lo haría con tal intención, era obvio que ella no me conocía tanto, no llevaba mucho tiempo en el país, pero el que estuviera, quería ayudar y Uma era uno de mis principales objetivos.

Me fui al hotel prometiéndole a Lilo en la mañana cubrir al profesor de fútbol de los nenes más chicos, el mismo que le daba la clase a Kasia, su hermano. Sin embargo, antes de acostarme a dormir como tenía planeado para estar fresco en la clase, recibí el llamado de mi amigo Enrique que alteró mi idea.

— ¿Y cómo va la pierna? —me preguntó en la video llamada que hacíamos. A Enrique lo conocí por encontrarlo siempre en las mismas fiestas, era hermano menor de uno de mis compañeros y como me acostumbré a pasar más tiempo con él y su familia, se hizo de las personas más cercanas que tenía en España.

—Bien está mucho mejor, ya debería haber terminado el tratamiento, pero bajaron requisitos y quieren que los extienda, aparte no me van a dejar jugar en los partido de apertura.

—Sí lo sé, ¿eso quiere decir que te quedarás por allí?

—Sí, estoy ayudando a mi club con algunas clases para chicos y me gusta, fuera de eso estoy un poco aburrido, pero me viene bien desconectarme.

— ¿No hay diversión por ahí, estás necesitando de tu gran amigo ya? —preguntó divertido, ya que él era el rey de la noche en cualquier lugar al fuéramos.

El partido más Difícil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora