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No conocía persona racional que le gustaran las despedidas, yo no era la excepción pero Uma hacía cada segundo que nos acercábamos a la hora, más lindo y menos triste aunque yo supiera internamente que no podía ser sólo una semana.

Ella intentaba darme ánimos y convencerme que sería poco el tiempo separados, pronto nos veríamos y todo seguiría normal, quizá porque no recordaba que era un jugador profesional de Barcelona y que vivía en España, pero a veces era mejor no recordarlo.

Era ese momento cuando me daba cuenta lo enamorado que estaba de ella, principalmente de su fortaleza, porque sabía lo mal que se sentía con el tema de su mamá, ya que era incierto el tiempo que le quedaba, pero era una lucha diaria que no la dejaba rendirse, y así todo, tenía para mí la más linda de sus sonrisas sabiendo que no me vería por unos días.

Admiraba profundamente que pudiera ser ella quien sacara esas fuerzas para mantenernos a ambos, y deseaba poder lesionarme peor así pasar más tiempo en Argentina, porque no me había subido al avión y mi pecho ya se sentía vacío, con un dolor que parecía querer acostumbrarse a mí.

—Encima el saldo parece interminable, es increíble que podamos hablar mucho tiempo y no se acabe, así que imaginate que va a ser lo mismo. —dijo contenta y a mí internamente me enterneció, sabiendo que nunca se le acababa porque antes que disminuyera, se lo volvía a cargar.

—Sí amor lo sé, pero igual es un poco difícil saber que a pesar de tenerte del otro lado del teléfono, no te tengo cerca.

—No digo que va a ser fácil, porque estamos acostumbrados a algo tan lindo que separarlo de repente es triste, pero estoy convencida que va a ser poco tiempo y vamos a poder superar muy bien ésta semana. —sonrió y yo asentí sacando mis ojos de los suyos, la mentira me carcomía el alma, no sabía cuánto me llevaría arreglar las cosas allá y pensar en que no era lo que ella asumía, me destrozaba.

—Sí.

Esperábamos en un sector apartado del aeropuerto, en una sala reservada para los famosos que debían aguardar y no podía hacerlo a la deriva de los paparazis, lo que pedí también por la privacidad que proporcionaba el lugar, mi vuelo salía en media hora pero el hecho de estar ahí, hacía que me doliera hasta el cuerpo.

—Copito va a extrañar a su papá también.

—Con lo loco que lo van a volver tus hermanos, creo que sí. —le dije y ella se rió, los nenes estaban tan enamorados de él que hasta lo peinaban y vestían con las ropitas que le compramos, a Copito le gustaba pero la visita diaria a su papá, era lo mejor que le podía pasar.

—Te voy a enviar fotos de él, así no lo extrañas.

—Y enviame fotos tuyas así te extraño un poco menos. —le pedí y asintió con una sonrisa que yo besé, estaba obsesionado con su carnosa boca, nunca antes sentí esa necesidad de besar tanto a una mujer, ella superaba todo.

—Alec...

— ¿Qué?

—Me gusta mucho lo que siento por vos. —declaró, provocando que mi corazón se acelerara por su ternura.

— ¿Qué sentís por mí?

—Todo tipo de sentimientos en menos de un minuto, felicidad, tristeza, alegría, lujuria, enojo, histeria, miedo, amor. —suspiró y yo le corrí un mechón de pelo hacia atrás de su oreja. —Experimento cosas raras que son un poco complicadas de explicar.

—Siempre podés explicármelo a besos. —le dije y se acercó para volver a besarme, un poco más profundo, haciendo que me relajara sin dejar de mover mis labios al compás de los suyos.

El partido más Difícil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora