57.

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Me miró, iba a decir algo pero se calló, volvió a insistir en querer hablar y se retractó dando un gran suspiro, no sabía qué más le hacía falta a Steff para aceptar mis opciones, no era tan malo después de todo y si Uma, la persona más terca del mundo, lo aceptaba ¿por qué él no? Tampoco era tan arriesgado lo que le estaba pidiendo, simplemente quería manejar yo e ir con ella solos los dos en el auto, mientras los guardaespaldas no seguían.

Empezaba a pensar que Steff exageraba las cosas, era entendible porque su deber era cuidarme y protegerme porque así bajaban las ordenes del protocolo de seguridad que mi papá requería, simplemente por ser un Klein más allá que él me considerara como un hijo, pero no había nada más beneficioso que dejarme hacer lo que quería con sus condiciones.

—Alec es que...

—Mi rastreador va a estar encendido, aparte de que me van a seguir ellos. —rematé para reforzar mi pedido.

—Pero...

—Por favor Steff, no es tan peligroso, peor sería que ella fuera sola y no quiero dejarla si puedo acompañarla.

— ¿Simplemente no puedo llevarlos yo? —preguntó y negué con obviedad, íbamos a estar solos, era la idea, ella no se sentía tan cómoda hablando con Steff escuchando a pesar de ignorar todo y yo tampoco, menos cuando era un cursi insistente intentando recuperar a mi chica.

—Por favor. —le pedí cruzado mis manos y él respiró hondo. — ¿Por favor?

—No quiero que vuelvas tarde, Manu no puede seguir diciendo que tus rehabilitaciones están bien cuando no fuiste por dos días, por favor no compliques la existencia de los que trabajamos para vos. —me advirtió y asentí convencido de revertir eso.

— ¿Eso significa que sí?

—Significa que no quiero que vuelvas tarde, mañana tenés temprano rehabilitación por todo lo que no te hiciste estos días.

—No me des vueltas, ¿es un sí? —insistí.

—Sí Alec. —murmuró rodando los ojos y yo sonreí abrazándolo fuerte.

—Gracias, me voy a cuidar lo prometo.

—Por lo que más quieras en el mundo, cuidate. —dijo respondiendo a mi abrazo, y como lo que más quería en el mundo era a Uma, obviamente me iba a cuidar.

Internamente creía que podía hasta saltar en un pie con mi tobillo herido que no sentiría dolor, estaba feliz, ella no dijo en ningún momento que volvería todo a la normalidad, pero al menos me había dado justificaciones coherentes y tuvimos una conversación normal, mejor de lo que esperé siendo que ya me veía a mí rogando a su puerta y pidiéndole por favor que me escuchara, así como en las películas, aunque tenía que entender que nuestra historia iba más allá de algo ya escrito, y eso me encantaba.

Un rato más tarde, pasé a buscarla por su casa y se subió con una pequeña sonrisa que al menos hizo que me sintiera bien, todo parecía estar mejor y no pensaba arruinarlo ya que nada podía salir mal.

Salimos del barrio sin decir ni una palabra, enseguida llegué a la avenida pude ver cómo un auto negro, igual al que iba detrás, esperaba y antes de que yo llegara, inició su camino con las indicaciones de Steff.

— ¿Son tus guardaespaldas, no?

—Sí, es inevitable, perdón.

—No te preocupes, de hecho me alivia que vayan porque no es un lugar seguro. —dijo y recordé que la primera vez que fui con ella, no estaba contenta conmigo ahí, suponía que era por mi seguridad pero logré colarme y también conseguí besarla.

El partido más Difícil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora