9.

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La semana estuvo bastante movida, encargarme yo mismo de la burocracia del club se volvió agotador, entre mi rehabilitación y reuniones con la gente que iba a arreglar respectivas cosas, cheques, números, contratos y todo ese tipo de cosas, no hicieron más que estresarme.

El lunes empezaron las refacciones en la cancha, desde las gradas hasta el campo mientras que el electricista cambiaba la instalación de luz y colocaba nueva iluminación.

Del salón principal se llevaron lo que no servía y así pudimos acomodar las nuevas que estaban desparramadas para que el arquitecto con sus trabajadores pudieran arreglar las oficinas y salones de las diferentes actividades.

Lo bueno fue que tuve ayuda de todos los chicos y de Uma cada vez que podía acercarse, y dado que la mayoría de las cosas las hacíamos juntos fue beneficioso para que dé a poco estableciéramos más confianza.

Después del día trabajo, ella se iba a su casa y yo me bañaba en lo de Gaby para volver al club a juntarnos y cenar en grupo, sin importar haber estado toda la tarde con ella cada encuentro lo esperaba con la misma ansiedad, y cada vez me parecía más y más linda.

—Terminaron de poner el césped, mañana van a pintar la cancha. —sonrió Lilo y yo le choqué el puño cuando entró a informarme la novedad.

—Qué bueno, sólo falta que terminen las gradas y la iluminación casi está.

—Sí, estaba pensando en hacer la nueva inauguración invitando a todo el barrio, podemos hacer una kermese, ¿qué te parece?

—Me parece genial Lilo, es una muy buena idea. —le dije correspondiendo a su entusiasmo.

—Buenísimo, voy a imprimir los folletos y los voy a llevar casa por casa, después que pintemos por supuesto.

—Sí, contá conmigo para llevar los folletos.

—Ok, ah por cierto, Uma ya está acá. —me sonrió cómplice, pensé en hacerme el desinteresado pero me delaté riéndome de su expresión. Asentí en agradecimiento y caminé a la salida.

—Entonces mientras espero a los chicos, creo que voy a ir a verla.

—Que divertida tu espera. —me dijo y le guiñé el ojo antes de cerrar la puerta.

Subí a la terraza donde sabía que iba a estar y justamente ocupaba un espacio en la esquina, como siempre. Era su momento de tranquilidad pero no le molestaba que la interrumpiera, o eso me decía en cada oportunidad que nos encontrábamos solos.

—Tenía el presentimiento de que ibas a venir.

— ¿En serio? —fingí sorpresa como si no fuese obvio y ella asintió divertida. —quizá sea porque es lo que dijimos más temprano.

—Puede ser, pero me refiero a que vengas ahora sin que estén los chicos.

—Entonces es porque debería estar reclamando mi remera, ¿no?

—Tenés razón, pero me quedé sin telas con todo lo que hice para el jardín de mi hermana, tengo que ir a buscar más. —me dijo haciéndome lugar a su lado para que me sentara en el suelo, aunque sobrara por demás el espacio.

— ¿Esas bolsas pesadas que trajiste la otra vez?

—Sip, esas mismas.

— ¿A dónde las vas a buscar?

—La fábrica textil tira un montón de telas al callejón, así que aprovecho y me las adueño, ellos las tiran por lo que no lo siento un robo.

—No creo que lo sea, pero es genial ¿cuándo vas a buscar más?

El partido más Difícil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora