Nada se sintió mejor que pasar los últimos tres días en Argentina con mi hermosa, divertida, graciosa y maravillosa novia que desde que cruzó mi camino me destinaba a la felicidad plena, quizás era un poco cursi, pero ¿quién no iba a hacerlo teniendo a Uma a su lado? Nadie podía resistirse a ser el novio más pesado del mundo, lo bueno era que ella me aguantaba así.
Pasamos los tres días juntos, repartidos en su casa y en la mía, cuidamos a sus hermanos y mientras yo los hacía dormir ella cocía, cortaba y confeccionaba, después la ayudaba y jugábamos cartas, escuchábamos música, bailábamos, mirábamos películas, hacíamos el amor y todo tipo de diversas actividades que logramos aprovechar en tiempo record.
Las últimas horas juntos nos la pasamos en la cama y suponía que estábamos recargados para afrontarnos a varios días sin volver a vernos, pero enseguida pusiera un pie en el avión estaba seguro que parecería un año sin siquiera tocarla.
La presión que sentía en el pecho cuando la veía a mi lado me inundaba de amor y al mismo tiempo de tristeza, no sabía cuántos días estaría sin verla y eso me mataba, era difícil mantener una relación a distancia y me daba miedo porque no me gustaba la ida de fracasar con ella, nunca me pasó algo así como para echarlo a perder, y las soluciones parecían ser escasas, de hecho había una sola.
Estuve pensando muchísimo en la posibilidad de preguntarle si podía llevarla no solo a ella, también a sus hermanos y a su tía conmigo porque en mi mente la idea sonaba genial, pero se trataba de Uma y así tuviera su voluntad, yo sabía que había muchas contradicciones.
Para momentos desesperantes había que tomar medidas con la misma índole, y no quería descartar esa idea.
— ¿Cuándo nos vamos a volver a ver? —me preguntó poniéndose de costado en la cama para enfrentarme, dejé de tocarle el pelo y la miré por un segundo con más detenimiento, incrédulo de lo hermosa que era. — ¿va a pasar mucho tiempo?
Quería ser lo más sincero posible con ella y no cultivar ilusiones que después no pudiera sostener, por lo que tomando una bocanada de aire, le conté lo que sabía.
—Están considerando mi vuelta a la cancha dentro de dos semanas así que no creo poder volver antes, tengo que estar muy concentrado y enfocado.
—Ah.
—Sé que es difícil, y ahora más que nunca me gustaría tomar en cuenta tu propuesta de la otra vez. —insinué y ella hizo una mueca al torcer un poco la boca, lo que me indicaba que no seguía vigente aquella decisión que nos llevó a decaer a los dos.
—Me encantaría, es un paso muy grande para nuestra relación así llevemos poco, pero si yo me voy a España sería más oficial.
—El tiempo es lo de menos, me encantaría que vivieras conmigo, puede sonar brusco porque no llevamos ni tres meses y vivir juntos tan pronto no sé si es normal, pero no creo que sea lo más importante.
—No, no me importa el tiempo. —dijo despreocupada y la necesidad de preguntarle por mi idea me invadió de vuelta con desesperación, lo medité en mi mente un momento más en silencio y deduje las posibilidades de perder, las cuales eran altas pero no me invalidaba a sugerir mi plan, por lo que respiré hondo y me enfoqué en ella.
— ¿Te puedo hacer una pregunta? —comencé con los nervios repercutiéndome en el estómago y ella asintió sin dejar de mirarme, apoyada en su codo a mi lado. —Estuve pensando en... bueno en la posibilidad de llevar a tus hermanos y a tu tía también, sé que suena muy apresurado, incluso es raro pero... no sé, quizá pueda funcionar.
— ¿Te referís a vivir allá, todos? —preguntó con sorpresa abriendo los ojos de par en par, por lo que me mentalicé preparar a mi corazón, era un 99% que dijera que no pero así todo asentí constatando mi idea. —Eso... yo, no... nunca lo había pensado.
ESTÁS LEYENDO
El partido más Difícil.
Teen FictionHISTORIA EDITADA BAJO OTRO NOMBRE. Para Alec volver a sus raíces siendo un famoso y reconocido futbolista, siempre es un buen motivo para poner los pies sobre la tierra, aunque volver también requiera de encontrarse con su remarcada verdad, ser hij...