Messi corría detrás de la pelota como si nunca en su vida jugaría otro partido, como si lo único que podía hacer era defenderla, ese pedazo de tela inflada que muchos morían por ella, la única que no te hacía doler y llegaba a hacerte sentir lo maravilloso que eras incluso cuando metías un gol.
Todo el estadio se inundó en gritos en cuanto él metió el gol y a mi lado, mis compañeros también gritaron exaltados festejando entre ellos y aunque quise igualarme a esa emoción, simplemente no podía.
El árbitro pitó y dio fin al partido con victoria del Barça, enseguida lo escuché me levanté y entré a bastidores, donde ignoré a todos los que me llamaban y por suerte los guardaespaldas y seguridad pudieron llevarme haciendo que nadie me viera, cómo yo a ellos. Me importaba una mierda la plata que perdía por no dar ni una conferencia, ni la oficial y mucho menos la informal, sólo quería irme a mi casa y dormir hasta que los hijos de puta me volvieran a despertar para rehabilitarme la pierna.
Lo único que sentí cómo falta a mí mismo, fueron los pedidos de autógrafos de nenes chiquitos que me gritaban a más no poder, pero enseguida subí al auto le dije a Manu que se bajara para que los contactara y fue lo que hizo.
El chofer no me dijo absolutamente nada, seguramente estaba haciendo valer su trabajo respetando las indicaciones de Manu para que no me hablara, no solía ser así pero él ya me conocía y sabía perfectamente que no era mi comportamiento usual, solo era un mal día.
Enseguida me dejó le agradecí y entré a mi casa, evitando pasar por el hall de mis tíos así no me veían y me recriminaban lo que la prensa seguramente decía. Tiré el bolso en la entrada y me arrepentí de haberlo hecho dos pasos adelante, porque se darían cuenta y no esperaba recibir comentario alguno de nadie, por lo que retrocedí y lo agarré llevándolo conmigo a mi cuarto.
No tenía alternativas para salir de mi estado depresivo, tampoco me importaba cualquier otra cosa que no fuera que Uma me escuchara, y como eso sería imposible, agarré los auriculares y batallando con mis pensamientos, me puse a escuchar música hasta que me dormí.
Me desperté de inmediato cuando me empezaron a mover y vi a mi tío modular las palabras ya que no podía escucharlo por los auriculares, me los saqué pero fue inútil.
—Dios mío, dormís como un oso. —se quejó en cuanto se aseguró que abrí los ojos y estuve espabilado. —Ya te tenés que ir, te están esperando afuera.
Asentí y miré mi celular inundado de llamadas, como siempre. Me levanté para lavarme la cara y los dientes y pude presentir todavía a mi tío rondando por ahí, no dijo nada por varios segundos pero duró muy poco su silencio.
—No me gusta que hablen mal de vos hijo, pero sobre todo no me gusta que les des motivos para que lo hagan.
—Tío...—lo miré por un segundo y me resigné de inmediato, era en vano que me quejara porque hablaría igual.
—Puede ser que tu papá y tu mamá no hayan estado presentes en todo momento de tu vida, pero muchas personas estuvimos ahí para enseñarte los valores, y fui una.
—Los valores los tengo como persona, no como Alec Klein.
—Te cuento que sos Alec Klein y sos una persona, no existe una imagen, siempre sos vos. —me dijo claramente enojado, pero no podía hacer nada por él.
—Si te referís a esos nenes, ya los envié a llamar.
— ¿Y a vos te parece que eso es lo correcto, que podés desilusionar a un ser tan pequeño como esos nenes que quizás era su única oportunidad de verte?
—Ya me van a ver, no los desilusioné. —murmuré por lo bajo con el intento de justificarme, pero él no me lo dejó pasar.
—Lo hiciste Alec, las cosas no se arreglan de inmediato a tu comodidad, no sos de plástico, sos un humano.
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El partido más Difícil.
Teen FictionHISTORIA EDITADA BAJO OTRO NOMBRE. Para Alec volver a sus raíces siendo un famoso y reconocido futbolista, siempre es un buen motivo para poner los pies sobre la tierra, aunque volver también requiera de encontrarse con su remarcada verdad, ser hij...