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Empecé a tomar conciencia de la situación y despacio abrí los ojos para reaccionar, me di cuenta que no estaba en mi cama del hotel y cuando me moví apenas, entendí que había dormido en una bañadera por toda la noche con la chica más linda que alguna vez se cruzó en mi camino.

Una sonrisa se apareció en mi rostro al sentir el brazo de Uma arriba mío, por alguna razón me había dado vuelta y me abrazaba, no imaginaba cómo habíamos terminado de esa manera cuando lo último que recordaba fue justamente al revés, yo era quien la abrazó a ella.

Con mucho cuidado de no sacar su brazo de mí, me di la vuelta para encontrarme con su hermosa cara relajada por estar todavía dormida, sus ojos cerrados y sus expresiones apaciguadas demostraban cuan tranquila estaba al dormir, me trasmitía tanta paz que empezaba a sentirme muy cómodo con todo lo que me producía.

Levanté mi mano y acaricié su mejilla, su piel rosada era muy suave y parecía que mis dedos tocaban porcelana, todo de ella era tierno y se veía tan frágil que era difícil de creer que no fuera así, a pesar de parecerlo era la mujer más fuerte que conocí, tenía un espíritu de fortaleza admirable, con sus hermanos, su mamá y su vida en sí, y sólo con diecinueve años.

Mis caricias parecieron incomodarla un poco porque empezó a moverse y recobrar sentido, su ceño se frunció levemente y suspiró hasta que se movió y sintió mis piernas entrelazadas con las suyas, abrió los ojos despacio y la paz que emanó me encandiló.

—Buen día. —susurré sin dejar de acariciarle la mejilla, ella sonrió y volvió a cerrar sus ojos para moverse.

—Buen día. —dijo y de repente se sentó en el colchón algo preocupada. — ¿qué horas es?

—No lo sé, pero seguro es temprano.

—Mi mamá. —bufó y pasó por encima de mí así salir de la bañadera, había sido muy lindo como para que durara mucho. — ¿puedo ver la hora?

—Sí, obvio. —asentí y ella agarró mi celular arriba de mi remera que había dejado en la tapa del inodoro, lo inspeccionó buscando algún botón. —Tocá la pantalla dos veces. —le dije y también me senté, la contractura que sentí fue inigualable, pero no me importaba.

—Ah... son las ocho y media.

—Es temprano.

—Sí, no suele venir a esta hora. —se encogió de hombros y me dio el teléfono. —creo que te están solicitando.

Cuando vi las notificaciones tenía catorce llamadas perdidas de Steff y algunos mensajes, no quise abrirlos porque sabía que no iban a ser muy lindos, nunca le avisé que me iba a quedar a dormir y seguramente mis guardaespaldas no pudieron rotar a descansar por quedarse alertas.

Abrí el último mensaje pensando que podía ser leve, pero no lo fue.

Qué desconsiderado de no avisar nada, estoy decepcionado de vos Alec!! Despertate y salí porque te van a llevar al hotel!

— ¿Pasó algo?

—No nada, es que no había avisado que me iba a quedar, pero ya está. —dije y volví a dejar el celular donde estaba, ella se lavaba los dientes. — ¿dormís acá todas las noches?

—Ajá.

— ¿No te duele todo en la mañana?

—Para una persona sola quizás es más cómodo. ¿A vos te duele todo? —preguntó divertida y asentí haciendo una mueca.

—Pero no importa, dormí cómodo.

—Yo también. —sonrió y abrió la puerta para irse. —levantate así desayunamos.

El partido más Difícil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora