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El partido más clásico de España, era el de El Real Madrid contra el Barça, y en su última oportunidad de enfrentarse, lamentablemente yo sólo pude jugar la mitad del primer tiempo, ya que uno de sus jugadores quebró mi pierna en la cancha. Estuve un mes y medio sin poder moverme con un maldito yeso y eso me deprimió por pensar que no iba a volver a jugar, más sólo fue llanto del momento porque con rehabilitación y descanso, estaría como nuevo.

Fue así como el club me envió a mi casa a seguir recuperándome, y como eran las vacaciones de verano en Argentina, volví continuando con la rehabilitación que cada vez tenía más progreso, si bien no sabía cuánto tiempo me llevaría recuperarme del todo, me esforzaba para que pasara rápido así volvía a jugar, aunque estar en casa y con amigos no se comparaba con nada y el tiempo con ellos quería disfrutarlo agotando hasta el último minuto.

No obstante, era importante que descansara la pierna porque los médicos me reprendieron bastante cuando notaron que estaba hinchada después de mi último desliz, tuve que decir la verdad, que había jugado, y también pedir por favor que no me evidenciaran así no me suspendían, eso me llevaría más tiempo fuera y me costaría mi futuro juego en España.

Dos días pasaron del partido en el club y que conocí a Uma, y desde entonces no dejaba de pensar en su sonrisa.

Intenté sacarle información a Gaby cuando me acompañó a rehabilitación acerca de la razón por la que ella estuvo mal aquella noche, pero no me decía mucho, en realidad no me decía nada, sólo que eran temas personales y entendía que no me incumbía humear, pero al menos algo más argumental tenía que decirle a mi papá cuando me lo preguntara y quería estar preparado.

Prometí que pasado los dos días, volvería al barrio para sacarme fotos y firmar los autógrafos que me faltaban, y como no tenía otra cosa que hacer después de los masajes, se me ocurrió ir a pesar de que mis amigos estuviesen trabajando o en el intento de eso.

Le pedí a Steff que me llevara y se negó a sacarme sin seguridad, pero no quería llegar con guardias, era muy llamativo y no era mi intención hacer un escándalo cada vez que iba, por lo que me encapriché y me fui solo, sabiendo que de igual forma me seguirían.

Los medios de comunicación sabían que estaba relacionado con uno de los intendentes de la pronvicia, pero yo no participaba de su vida ni él de la mía activamente por lo que no hacían foco en nuestra relación. Para mi papá y toda su gente era mucho mejor que viviéramos en el exterior, y también un alivio que al menos yo no formara parte de la política, no les hacía mucho favor siendo jugador profesional pero diferente a mi hermana, no llamaba la atención e intentaba mantener un perfil bajo.

Barbie aún no llegaba, y como sabía que en cuanto lo hiciera iba a querer que le diera toda mi atención, aproveché el tiempo en tranquilidad para visitar el barrio, lo que me daba la oportunidad de ver con mis propios ojos las desmejoras que había. Las calles continuaban siendo de tierra y no tenían la iluminación correcta, además no haber ni una sola cámara en las esquinas, por la gente podía decir que se notaba que algunos eran conformistas, pero en general eran muy humildes y trabajadores.

Yo prefería creer que no era tan peligroso, no todos tenían maldad y como sabían que era visitante recurrente, me trataban con amabilidad y respeto, eso no me aseguraba la vida y sabía que era así, ni a alguien que viviera adentro se le podía confiar la seguridad, pero no me quedaba opción que correr el riesgo.

Me dirigí a la casa de Gaby para pedirle ayuda en compensar a toda la gente que no les firmé ni me saqué fotos, así que llegué a su casa y golpeé la puerta de chapa que resonaba fuerte, pero aún así nadie atendió.

—Hey. —escuché y me di la vuelta sobresaltado, me encontré con Uma y mi cuerpo tuvo una rara reacción, como un escalofrío del susto que me causó su llamado. Ella llevaba su gorro de lana y tenía dos grandes bolsas en el suelo esperando.

El partido más Difícil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora