A pesar de fingir estar bien para ella, por dentro me estaba muriendo de la desesperación que me provocaba recordar la reunión que tuve con mis representantes. A Uma no le dije nada al respecto cuando nos vimos después de mi rehabilitación, porque verla sorprendida y emocionada por la fiesta que le habíamos hecho con las chicas en mi casa, la tenía muy feliz y por nada en el mundo quería romper esa sonrisa.
Me encargué de hablar personalmente con su tía y explicarle el tema mucho antes que a Uma, accedió a cuidar a los nenes porque aparte de ser su pasatiempo favorito, ellos la adoraban, se sentían protegidos por lo que el trabajo no era tan difícil si su hermana mayor no estaba en casa.
Un rato más tarde, Steff los llevó de vuelta al barrio y nosotros quedamos solos después que todos se fueron.
—La pasé muy bien, muchas gracias por hacer esto.
—No hay de qué, me alegra que lo hayas pasado bien, era el propósito.
—Nunca tuve una fiesta, es genial, encima sobró torta. —dijo levantándose para buscar de la mesa en donde le habíamos cantando el cumpleaños, yo sonreí al notarla tan contenta, y me quería quedar con esa sonrisa si podía pero sabía que no iba a ser tan así.
—Uma. —la llamé y volvió comiendo su torta sentándose a mi lado y dándome un beso. —Quiero decirte algo.
—Ajá ¿qué?
El timbre sonó y maldije a quien fue capaz de interrumpirme porque me había costado mucho tomar valor, ella se levantó y yo la seguí con dificultad para saber quién era. Abrió la puerta y Manu me miró con obviedad, haciéndome seña al regalo que tanto le había costado conseguir, pero que logró hacerlo, asentí apartándola del umbral.
—Esperame un minuto en la sala. —le dije y se fue a buscar su torta para sentarse en el sofá a comerla. — ¿Cómo fue?
—Complicado, pero lo conseguí.
—Bien muchas gracias genio por facilitarme la vida, igual necesito que dentro de un rato vuelvas porque tenemos que hablar, te envío un mensaje.
—Ok ¿pasó algo?
—Nada, sólo tengo que hablarte de algo, gracias por conseguirlo en serio ¿dónde está? —pregunté y él se fue al vestíbulo a agarrar una caja grande que tenía muchos agujeros, para que el perrito pudiera respirar.
—Es lindo.
—Ojalá le guste, gracias.
—De nada, nos vemos en un rato. —dijo y saludándolo agarré la caja así entrar y encaminarme con mi dificultoso andar hasta ella.
— ¿Qué es eso?
—Tu regalo.
— ¿Otro? —preguntó sorprendida y yo asentí poniéndolo encima de la mesa, se levantó y abrió la caja para encontrarse con un pequeño bichón maltés blanco esperando un poco asustado por la luz. — ¡Ay Dios mío!
Enseguida lo levantó con cuidado y el pequeño perrito le cabía entre sus manos, movía la cola y cuando lo acercó le lamió la cara.
— ¡Ay es muy lindo! Alec por Dios sos un amor.
—Espero que no quieras cambiarlo. —bromeé y ella se rió dejándose besar por el pequeño perrito que enseguida tomó confianza, yo le acaricié la cabeza. —es lindo.
—Ya lo amo, ¡Sos hermoso, la cosita más linda que vi en mi vida! —le dijo emocionada apartándolo un poco para mirarlo, el cachorrito se desesperaba por volver a su cercanía. —Hola lindo, hola...
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El partido más Difícil.
Teen FictionHISTORIA EDITADA BAJO OTRO NOMBRE. Para Alec volver a sus raíces siendo un famoso y reconocido futbolista, siempre es un buen motivo para poner los pies sobre la tierra, aunque volver también requiera de encontrarse con su remarcada verdad, ser hij...