8.

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—Tengo que trabajar hijo, pero me alegro un montón de volver a verte, ¿cenamos hoy? —me preguntó papá levantándose del mini almuerzo que tuvimos después de meses sin vernos, el tiempo que me podía dedicar era escaso y aunque la expresión de mi mamá denotaba su decepción, a mí me daba igual, de hecho no esperaba menos.

—Como quieras.

—Tratá de no salir. —palmeó mi hombro y se fue siendo seguido por Carlos, su asistente, quien lo interrumpió porque tenía que atender una llamada.

Mamá me miró como si se disculpara por él, y me hizo sonreír de cómo se desvaneció el idealismo que alardeó toda la semana, justificando a papá por su trabajo.

—La cena va a ser mucho mejor, te lo prometo.

—Si me desocupo vengo, sino será en otro momento mamá.

— ¿Qué, por qué? Alec, tu papá tiene que trabajar ahora pero no se va a perder una cena con vos.

—Bueno lo lamento pero tengo cosas que hacer, que me espere él una vez no va a ser para tanto. —le dije levantándome y ella bufó con molestia. —ya lo vi, ¿qué más querés?

—Que tengamos una cena todos juntos ya que hace tanto tiempo no podemos hacerlo como una familia normal.

— ¿Hace tiempo? La normalidad en esta familia es justamente no tener cenas, así que yo diría como nunca, ahora eso no va a cambiar.

—Alec no seas impertinente.

—Ustedes decidieron ser políticos. —le recordé incrédulo de notar el enojo que le causaba la verdad, pero era irracional querer una normalidad que nunca lo fue, porque apenas se me venían a la cabeza cenas que hayamos tenido como familia mientras crecía, las cuales podía contarlas con los dedos de mis manos.

Llamé a Steff para que me pasara a buscar y bajé preparado para irme, Manu me alcanzó en la entrada y esperé a que me pasara las novedades que le había dejado pendiente.

—El trabajo del electricista ya está hecho y pago, el viernes va a ir un dibujante al club y tener la entrevista con el dueño, y el arquitecto en la semana prometió pasar, también llamé a los de accesorios de gimnasia y creen que para la semana que viene van a poder llevar todo. —me dijo tachando en su lista las cosas que yo escribí para hacer, asentí agradecido de su trabajo eficiente. —Y los de la pintura llegan mañana, necesitaría solamente tu firma en los cheques para saldar.

—Ok, genial ¿dónde firmo?

—Me van a enviar por fax la factura y después voy a enviarles los cheques, te aviso cuando tengas que firmar.

—Bueno, gracias Manu, me salvaste de hacer todo eso solo.

—No hay de qué. —dijo y chocamos nuestros puños.

Me aseguré de tener la foto en mi bolsillo que me serviría como nueva excusa para buscar a Uma, aunque ansiaba dársela a Kasia que salió igual de sonriente que yo y merecía que se la diera en persona. Era incierto encontrarla y que coincidiéramos pero valía la pena mantener la ilusión.

Estuve un rato con Coti y cuando tuvo gente que atender en el bufet, me fui a la oficina de Lilo donde lo vi muy concentrado pintado una madera, lo distraje cuando entré a sentarme frente a él.

—Mirá ¿qué te parece? —me mostró Lilo una madera que escribió: Cerrado por refacciones. Asentí aprobando su arte, se lo notaba contento por ello y lograba contagiarme ese entusiasmo.

—Está genial, les voy a decir a los chicos que me ayuden a pintar y puedo pagarles, como un trabaja ¿no?

—Sí, quizá quieran hacerlo. —se encogió de hombros volviendo a usar el pincel para dar los últimos toques. —pero no es necesario que les pagues, demasiado estás pagando los arreglos, que no son pocos.

El partido más Difícil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora