— ¿Crees qué nos van a dejar salir al menos esta vez? —me preguntó Barbie, yo negué. —pero capaz que si le insistimos a mamá nos deja, aparte si vamos con seguridad...
— ¿Cómo vamos a ir a bailar con seguridad? Es estúpido. —bufé y me levanté de su lado en el sillón para tirarme a la cama. —no es necesario ir con seguridad, no somos los reyes de España.
Reconsideré mantener la relación con mi hermana, ella era insistente y no quería estar peleada conmigo, después de todo su vocación política era de la boca para afuera porque aún no comenzaba sus estudios universitarios, prefería continuar viajando antes de centrarse en ellos y no podía culparla por defender a papá, eran iguales cuando de su afición se trataba.
—Bueno pero la idea es salir tranqui y ellos tienen miedo.
—Olvidate Bárbara, no estamos de vacaciones, esto es la cárcel para nosotros.
— ¡Ay Alec sos tan negativo! —bufó y se levantó para acercarse al final de mi cama. —no me apoyas en nada, qué mal hermano sos.
—Ajá.
— ¡Ay te odio! —se quejó histérica, elevé una ceja cuando la vi irse cerrando mi puerta fuerte y contrario a molestarme, me di vuelta en la cama para cerrar los ojos.
Eran las ocho de la noche y yo estaba en mi cama, probablemente perdiéndome de todo, no sólo de una noche más sin ir a ningún lugar, sino que también de mis amigos, e incluso de ver a Uma.
Estaba cansado y no exactamente con sueño, sino cansado de que no me dejaran entrar, por primera vez me sentía bicho raro en ese lugar y sabía que lo era pero el último tiempo era más notorio y se hacía insoportable, realmente estaba cansado de que no me dejaran encajar.
No me di cuenta todo lo que sonaba mi teléfono, lo tenía en silencio y cuando lo vi Steff me había llamado varias veces pero suponía que si era importante, enviaría un mensaje, sólo eran llamadas perdidas, por lo que dejé el teléfono de nuevo en la mesa para levantarme e ir al baño. Me saqué la remera y las zapatillas, me lavé los dientes y me espabilé un poco.
Salí de nuevo al cuarto pensando en lo qué podía hacer y escuché gritos afuera, antes de acercarme para abrir e ir a ver, mi puerta se abrió y extrañamente Uma entró y para nada tranquila.
— ¿Qué...?
— ¡¿Podés dejar de meterte en mi vida?! —me gritó y me tiró dos billetes. La miré confundido después de entender qué era la plata de Kasia. — ¡No quiero tu ayuda Alec, no necesito de tus favores y no quiero que me regales nada!
—Uma...—la llamó Steff que estaba detrás de ella, pero no logró su atención.
— No te metas más, dejame en paz y no le regales nada a mi hermano. —me dijo más calmada pero sus ojos me mostraban cuán enojada estaba conmigo y eso me hacía sentir peor. —me caes bien Alec, pero me vas a obligar a pensar todo lo contrario si seguís metiéndote en mi vida.
Dicho eso se fue por el costado de Steff, fruncí el ceño y antes que me arrepintiera, la seguí saliendo entre los guardaespaldas.
— ¡Uma pará! —la llamé y corrí hasta ella que se apresuró a bajar las escaleras. — ¡Pará!
— ¡Dejame en paz, entendelo de una vez!
—Pará, no seas caprichosa. —me quejé y la agarré del brazo haciéndola volver, no quise trabarla pero me obligó y aflojé el agarre cuando la hice parar. —no seas así, son de tu hermano...
— ¡No, no son de mi hermano, se las regalaste y vos compraste lo que yo le mandé a comprar a él! —se quejó desquiciada. — ¡no necesitamos tu ayuda Alec, ¿no lo ves?! ¡Puedo sola, siempre pude sola y vos no me vas a hace la vida más fácil, no quiero tu ayuda, no la necesito!
—Yo se lo devolví porque no le alcanzaba y preferí que se lo guardara, no estoy intentando solucionarte nada, porque ni siquiera me dejas, y esto...—saqué de mi bolsillo trasero la hoja que ella había escrito. — no lo vuelvas a hacer, vos también me caes bien y quizá demasiado, pero por una estupidez no voy a dejar que eso cambie.
—Bueno entonces dejá de meterte en mi vida, siempre pude sola, y si antes podía ahora también, no me interesa tu plata.
—No te pedí que te interesara, ni siquiera eran para vos, ¿y sabés qué? Sos egoísta, tu hermano no tiene la culpa. —le dije y la solté dejando la carta caer al suelo, para alejarme. —pero está bien, no me voy a meter más en tu vida, en la vida de nadie en realidad, fue un gusto conocerte.
Era difícil cuando se cargaba con el ego débil, no es que eso me lo aumentaba pero quizás estaba cargando con algo menos superficial, y por alguna razón me molestaba, se sentía una inquietud en mi pecho que no me gustaba para nada.
— ¿Qué significa eso? —la escuché preguntarme y no me di vuelta, pero sí me quedé en el mismo lugar. — ¿No te voy a ver más?
En mi amargura quería reírme, parecía bipolar, hasta hace dos segundos se quejaba de lo que le había regalado al hermano y de repente pareció olvidarse.
—No, vuelvo a mi vida. —le dije y terminé de subir rápido las escaleras. No quería hablar con ella, me molestaba mucho la gente orgullosa y no hacía más que estar rodeada de todo ese tipo. Ni que yo fuese a reclamar algo, y ellos estaban todos pensando que lo hacía por lástima, porque estaba segurísimo que lo pensaban.
— ¿Alec te vas? —me preguntó Steff entrando a mi cuarto, yo asentí y fui a agarrar mi celular, estaba tan enojado que me quería ir lo más rápido posible.
—Quiero estar solo, por favor.
Tardó menos de un minuto en irse y cumplir mi petición, no quería dar explicaciones y estaba en un estado de ira que no era favorable para mi humor, pensé en llamar a Manu y pedirle que me sacara el pasaje de avión, pero era muy tarde y no quería molestarlo.
Levanté la plata del suelo y la puse en mi billetera, se las iba a devolver a quien le fueron arrebatadas, ni siquiera me quería imaginar cómo había sido la situación, y pobre de Kasia si su bipolar hermana se enteraba que tenía su plata.
Para mí suerte, el cuarto de baño tenía un jacuzzi y como estaba acostumbrado a usarlos, supe cómo encenderlo. Necesitaba relajarme y pensar en mis siguientes actos, principalmente en si volvía a Barcelona, que era lo que quería porque a pesar de amar estar en mi país, pero era innecesario seguir quedándome si nadie me aceptaba y hasta se sentían incómodos con mi visita.
Después de bañarme, en vez de ponerme ropa cómoda para dormir, me cambié para salir, llamé a Walter, que estaba en la casa de Gaby tomando una cerveza con Gustavo y los invité a salir, por supuesto que aceptaron los tres y salí para tomar y olvidarme de todo lo que pasó en la última hora, con alcohol y sexo que después de todo no me venía para nada mal.
No sé si es lo que quería pero fue lo que tuve, me divertí y olvidé de todo, y todo significó la hermosa y perfecta Uma.
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El partido más Difícil.
Teen FictionHISTORIA EDITADA BAJO OTRO NOMBRE. Para Alec volver a sus raíces siendo un famoso y reconocido futbolista, siempre es un buen motivo para poner los pies sobre la tierra, aunque volver también requiera de encontrarse con su remarcada verdad, ser hij...