7.

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Tenía que admitir que me sentí un poco decepcionado de no volver a verla a Uma el fin de semana que pasó, no pregunté pero según escuché estaba cuidando a sus hermanitos. Desde entonces, yo no podía dejar de pensar en lo que Lisa me dijo, y no quería que pensaran que me gustaba sólo porque era hermosa, tenía una hermosa sonrisa, era dulce y usaba un exquisito perfume, eso era parte de su exterior y aunque era hermoso, quería conocerla para decir que podía llegar a gustarme realmente.

No veía en absoluto a Uma como una chica más, mi interés estaba puesto en saber más de ella, su vida, sus gustos, sus disgustos, inquietudes y molestias, quería saberlo todo, y de la única manera que podía era siendo su amigo, pero para los chicos burlarme y advertirme se volvió un prejuicio que intenté erradicar demostrando que de verdad me interesaba conocerla por más novio que existiera.

Puede que se haya un motivo para volver todos los días al club con la esperanza de verla, pero como los últimos días eso no fue así, me comprometí con lo que realmente hacía falta y eran los arreglos de mantenimiento. Por lo tanto, después de salir de rehabilitación, pasé a supervisar al electricista y continué con la lista para ordenar las prioridades con Lilo.

— ¿Cuántas pelotas hacen falta?

—Bastantes, pero no te preocupes que tengo que ir a comprarlas, no tuve tiempo nada más.

—Las voy a comprar yo, pero las voy a pedir así que decime cuantas, ¿treinta, cincuenta...?

—Sí, creo que con treinta podemos ir bien. —asintió en un suspiro y yo anoté en el cuaderno que hacía la lista, cincuenta, por las dudas. —pero no es necesario que lo hagas Alec.

—Por favor, quiero hacerlo. ¿Conos, sogas, mancuernas, hay de eso?

—Poco. —dijo y anoté todas esas cosas. —me hace sentir culpable que siempre que vengas tengas que reponer todo.

—Bueno dejá la culpa de lado, y cambiando de tema ¿es posible que se cierre por algunas semanas?

— ¿Para qué?

—Refacciones, mañana llegan las pinturas y el otro día Uma casi se mata en las gradas, así que quiero que se arreglen lo antes posible, vamos a dejarlo como nuevo.

—Alec yo te agradezco todo esto, pero no tenés por qué hacerlo, si no hubiese sido por vos este club no existiría ya es suficiente...

—Este club no está hecho por mí Lilo. —lo interrumpí. —está hecho por el barrio, yo solo vine a jugar y soy un socio más, todos tenemos algo que ver, y necesita ser arreglado.

—Lo sé hijo pero si vos no le hubieses pedido a tu papá que lo hiciera, entonces acá nadie tendría trabajo y esto no existiría realmente, incluso ni se mantendría.

—Entonces por eso mismo hay que mantenerlo bien, no seas tonto Lilo, ¿vos no harías lo mismo si estuvieses en mi lugar? En este club crecí, es obvio que voy a querer que esté bien y no me cuesta nada. —le dije por enésima vez que tenía que convencerlo de que no estaba haciendo gran esfuerzo. —quiero aprovechar mi tiempo acá para reparar todo lo que sea necesario.

—Está bien, gracias.

—Volvamos a lo que hay que reponer, las colchonetas me dijeron que están rotas, y...—tocaron la puerta de la oficina y Lilo dio el pase, cuando se abrió vi a Uma que traía su cuaderno entre sus brazos, lo que me causó una emoción extraña.

—Hola. —dijimos los dos al unísono y su sonrisa fue la señal para que me diera un escalofrío, me extrañaban de mí mismo esas reacciones estúpidas pero las dejé fluir.

—Hola, Lilo, ¿puedo subir?

—Por supuesto amor.

—Gracias, nos vemos.

El partido más Difícil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora