Del aburrimiento que tenía bostecé reiteradas veces, tuve que levantarme y mover un poco las piernas para no dormirme sentado, realmente el representante de mi papá, porque claramente él no pudo estar siendo el intendente, decía puras estupideces, al menos a mí no me interesaba saber con qué sacrificio pagaron las casas que iban a ser entregadas, ya que sabía muy bien que era mentira.
Coti me retó por levantarme, pero no dormir nada la noche anterior me tenía hecho un tonto, ni siquiera coordinaba el hola con el chau cuando alguien ajeno al barrio me saludaba.
Me apoyé en la entrada del bar, atrás de toda la gente que escuchaba atentamente al político, todos me saludaban con énfasis al darse cuenta que era yo y aunque mi sonrisa era forzada, los saludé por educación. Estaban muy agradecidos conmigo y de todas las personas que me crucé, no hubo una que no me haya dicho gracias, lo que era algo molesto, no hice nada para que sucediera pero ellos era un poco extremista y su admiración por mi fama los llevaba a pensar lo que querían.
Bostecé nuevamente refregándome la cara y sentí unas manos tocarme el hombro, me di la vuelta asustado y cuando la vi a Uma el corazón casi se cae de su lugar, algo que creí que era literalmente imposible.
—Vení. —me dijo agarrándome de la mano y llevándome con ella hacia adentro del bar, sin decir nada la seguí sintiéndome un estúpido por analizar lo lindo que se sentía su mano con la mía, tan suave y perfecta al encajarlas juntas.
Entramos al gimnasio vacío y cerró la puerta, me hizo poner de frente apoyándome en la pared y antes de que pudiera decir algo, ella se acercó a besarme pasando sus brazos por mi cuello, no dudé en acercarla más y abrazarla por la cintura siguiendo el beso a la perfección. Se sentía muy bien, había extrañado tanto sus labios que un día entero fue la misma mierda, fue horrible pero ni siquiera me importaba reprocharlo, sólo seguí su boca que pareció haber extrañado mucho a mía, definitivamente estaban hechas para estar juntas, no separados.
— ¿Me perdonas? —me preguntó entre besos acariciando mi mejilla. —Fui una estúpida.
—Dios, callate. —murmuré y volví a profundizar el beso, Uma sonrió en el medio y sentir su sonrisa hizo que me volviera loco, estaba tan locamente enamorado de ella que la compadecía si se asustaba.
—Extrañé mucho tus labios.
— ¿Y yo? Estoy sin dormir pensando en que no deberían haber sido separados.
—Lo sé, no estaba enojada con vos, solo que...
—Mi hermana es una estúpida, perdón, perdoname por hacerte pasar ese momento tan feo, no te lo mereces.
—No importa, no me interesa porque sé cómo sos vos, y son muy diferentes. —dijo apartándose un poco sin soltarme de la mano. —Vos sos como ángel y ella como un demonio.
—Sí es una arpía, pero ya no te va a volver a joder más, ah y por cierto me encantó lo que le dijiste, no te pudiste haber defendido mejor.
—Espero que no creas que es verdad, porque fui dura.
—Escuché. —me reí recordando que ella le había dicho el interés que tenía por mi plata, y Bárbara se lo creyó. —Te propongo algo.
— ¿Qué?
—A modo de disculpas, te invito a cenar, hacer algo divertido fuera de acá.
—Me encantaría, pero va a tener que ser mañana. —hizo una mueca y renegué de eso. — hoy tengo que ir a buscar telas, con mi mamá enferma y totalmente molesta no estoy vendiendo nada y necesito.
—Entonces voy con vos, pero... —levanté un dedo antes de que hablara. —Me dejas ayudarte.
— ¿Ayudarme a cortar y esas cosas? Bueno dale.
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El partido más Difícil.
Teen FictionHISTORIA EDITADA BAJO OTRO NOMBRE. Para Alec volver a sus raíces siendo un famoso y reconocido futbolista, siempre es un buen motivo para poner los pies sobre la tierra, aunque volver también requiera de encontrarse con su remarcada verdad, ser hij...