Luna LaRusso, la mediana de la familia LaRusso, cualquiera que tuviese ojos podía ver los rasgos de Luna, porque fue adoptada por los LaRusso cuando tenia menos de un año. Y una pelea con 30 años arrastraría a cualquiera cercano al mundo karateca, p...
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LOS DÍAS IBAN PASANDO, LUNA se levantó para ir de nuevo a clase.
Mientras se vestía Aisha la llamó.
—Hey Aisha, ¿qué pasa?—le preguntó mientras se ponía los pantalones.
—Luna, ¿puedes venir conmigo a un sitio?—le pregunto Aisha.
—Claro.—dijo Luna.—¿Pasó por ti con el auto después de clase?—le preguntó Luna.
—Vale.—dijo Aisha.—Te veo en clase.
Luna bajó las escaleras y escuchó a los señores LaRusso.
—No, no, no, y no.—negó Daniel al teléfono, Amanda se veía preocupada.—Su custodia es totalmente nuestra, no pueden reclamarla ahora.—dijo Daniel, se veía enojado.—Como vosotros, dos degenerados se acerquen a mi hija la vamos a tener en los juzgados.
—Daniel, tranquilo.—le dijo Amanda preocupada.—Pon el manos libres.
Daniel suspiró y puso el manos libres.
—Vamos a ver, LaRusso, esa niña a la que llamas Luna, se llama Yuna, empezando por ahí, y es mi hija.—se escuchó una voz femenina por el teléfono.
Luna se quedó de piedra en las escaleras.
—Era tu hija, ya no lo es.—intervino Amanda.—Es una LaRusso, y tú una don nadie.
Luna bajo los pocos escalones que quedaban.
—¿Mamá?—preguntó Luna en shock y los LaRusso la miraron.
—¿Yuna? ¿Hija mía? ¿Estás ahí?—preguntó esa voz por el teléfono.
—No te acerques a mi familia.—le dijo Daniel molesto y colgó el teléfono.
—¿Por qué cuelgas? Quiero hablar con ella.—dijo Luna acercándose con la voz temblando.
—Sí, ya lo que me faltaba.—dijo Daniel una risa sarcástica.
—Pero es mi madre, yo quiero...—dijo Luna tratando de tomar el teléfono.
—Luna, no puedes hablar con ella.—le dijo Amanda con un tono tranquilo.
—¿Por qué? Es mi madre quiero preguntarle cosas.—dijo Luna.
—¡Es una enferma mental!—gritó Daniel pegando un golpe en la mesa y Luna retrocedió unos pasos.
—¡No puedes hablar así de ella!—dijo Luna alzando el tono.—No delante de mi.—dijo bajándolo poco a poco.
—Luna, ella no es tu madre, yo lo soy.—dijo Amanda nerviosa.—Que lleve tu sangre no significa que tenga el...honor, de que la llames madre.