weakness.

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PASARON LOS DÍAS, y Luna estaba mejor, pero querían tenerla en observación por si acaso, por la herida de la cabeza que se hizo al caer, que como esperaban, había dejado cicatriz, pero pronto podría irse a casa

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PASARON LOS DÍAS, y Luna estaba mejor, pero querían tenerla en observación por si acaso, por la herida de la cabeza que se hizo al caer, que como esperaban, había dejado cicatriz, pero pronto podría irse a casa.

Estaba la enfermera revisándole la cicatriz.

—¿Me va a dejar que me vaya? Llevo días aquí metida.—dijo Luna y la enfermera la miró.—Las clases están por empezar de nuevo.

—El doctor me dijo que me esperase, pero...toma.—dijo la enfermera entregándole unos papeles.

Luna miró el título de los papeles, eran los papeles del alta.

—¿Me voy a casa?—preguntó Luna feliz.

—Sí, pero un adulto debe firmarlos.—dijo la enfermera y miró a quien estaban dirigidos los papeles.—Daniel LaRusso.

—Presente.—dijo una voz desde la puerta, en efecto; era el.—¿Tiene boli?

—Claro, señor LaRusso.—dijo la enfermera y le entregó un bolígrafo y pudo firmar.—Luna, ya puedes irte a casa.—dijo la enfermera y tomó los papeles para registrarlos.

—No quiero nada de Miyagi-Do.—dijo Luna con rencor.

—Luna, de verdad, somos tu familia, no queremos hacerte daño. Sam te echa de menos.—dijo Daniel.

—Ya. Y por eso no ha venido.—dijo Luna y tomó sus cosas, llevaban ahí desde el accidente y se fue.

Luna no sabía dónde iba, pero sus pies la llevaron al reformatorio, donde Daniel había metido a Robby.

Entró y miró a la mujer de recepción, que tardó un poco en darse cuenta de que estaba allí.

—Buenos días.—dijo la recepcionista.—¿Vienes de visita?—le preguntó y ella asintió.—Espera un momento.—dijo y empezó a teclear en el ordenador.—¿A quien viene a visitar?

—Robert Swazye Keene.—contestó Luna.

Ni siquiera sabía porque había recordado el nombre completo, con decir el primer nombre hubiese bastado.

—¿Me deja su identificación?—le preguntó a la chica.—Es por seguridad.

Luna sacó de su funda del celular su identificación y se la entregó.

—Otra LaRusso, no se si el señor Keene, aceptara la visita. A su padre lo ha rechazado unas cuantas veces.

—Por intentarlo, no pierdo nada.—sonrió Luna.

La mujer le entregó su identificación y apretó un botón del walkie que llevaba colgado en la ropa.—LaRusso, Luna, visita a Robby Keene.

La puerta se abrió dejando ver a un guardia.

—Venga conmigo, por favor.—dijo el guardia y la hizo pasar por una inspección de rayos X y le pasó un a barra alrededor del cuerpo para detectar metales o cosas de peligro.—Perfecto, venga conmigo.

BLACK AND WHITE - Robby KeeneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora