Luna LaRusso, la mediana de la familia LaRusso, cualquiera que tuviese ojos podía ver los rasgos de Luna, porque fue adoptada por los LaRusso cuando tenia menos de un año. Y una pelea con 30 años arrastraría a cualquiera cercano al mundo karateca, p...
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LUNA salía de la visita al orfanato que había hecho y estaba en el aparcamiento.
Notó pasos detrás de ella y se puso la llave entre los nudillos y cuando volteó con una patada le tomaron el pie.
—Que bien que sigas entrenando.
Era el mismo John Kreese, el fugitivo.
Luna se soltó del agarre a su pie.
—¿Qué hace aquí?—le preguntó Luna.—¿No le busca la poli?
—Ah, soy muy escurridizo.—contestó Kreese a su segunda pregunta.—Solo vengo a ver cómo está mi campeona. ¿Cómo te va, cómo lo llevas?
—¿Ahora le importa?—le preguntó Luna.—La última vez que le vi, necesitaba su ayuda, ¿y qué me dijo?
—Lo mejor que puedes hacer es cuidarte tu.—ambos recordaron esa última visita a la cárcel.
—Volví por usted y me dejó tirada con Silver y la zorra pirada de su compinche.—le recordó Luna con despecho.
—Entiendo que estes enfadada.—asintió Kreese.—Pero no podía involucrarte en mi plan para liberarme.—le explico Kreese.—Ya sé que te pareció cruel. Pero sólo quería protegerte. Y, ahora que estoy fuera, tenemos la oportunidad de dominar...
—No, de "tenemos" nada.—lo interrumpió Luna.
Kreese se fijó en la mochila medio abierta de Luna, se veía el gi con el logo del Miyagi-Do.
—Ah, ya lo entiendo.—dijo Kreese y Luna miró su mochila, ya sabía lo que había visto y volvió a mirar a Kreese.—Nunca imagine que algún día vería a la reina Cobra unirse al enemigo.
—Son mis amigos y mi familia.—le recordó Luna.
—No seas ingenua.—negó Kreese.—Te invitan a entrar, pero nunca serás uno de ellos. A la hora de la verdad, siempre encontrarán un motivo para que seas la segundona frente a la hija mayor de LaRusso.—dijo Kreese. Sabía que eso a Luna le dolería, pero era la verdad, por lo menos la que él veía.
—Váyase por donde ha venido.—le dijo Luna.—Yo no llamaré a la policía, pero mis senseis si lo harán.
—Yo soy tu sensei.—le recordó Kreese dando un paso hacia ella.—Y tú, eres mi campeona.
—Tal vez sea una campeona, pero no soy suya.—dijo Luna con seriedad y se fue
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