Luna LaRusso, la mediana de la familia LaRusso, cualquiera que tuviese ojos podía ver los rasgos de Luna, porque fue adoptada por los LaRusso cuando tenia menos de un año. Y una pelea con 30 años arrastraría a cualquiera cercano al mundo karateca, p...
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LUNA TENÍA SU VESTIDO PUESTO, y estaba esperando a que Robby le enviase un mensaje de que estaba bajo con el coche que Silver le había dejado.
Luna llevaba un vestido negro que le llegaba por bajo de las rodillas, ajustado a su cuerpo y llevaba una raja hasta el muslo, lo que sabía de su cultura era que algunas idols, llevaban pantalón corto debajo de las faldas o vestidos, en su caso por lo que por si había alguna necesidad de usar el karate podría usar las piernas.
Le llegó el mensaje de Robby de que estaba bajo y se encontró con su familia en el salón.
Sam llevaba un vestido rosa hasta arriba de las rodillas. Estilos demasiado diferentes.
—Cariño, estas preciosa.—le dijo Amanda acercándose a ella.
—Me están esperando fuera.—dijo Luna y su padre se puso frente a ella.
—¿Vas con alguien?—le preguntó Amanda.—Por haceros la foto.
—Sí, bueno, no quiero montar una pelea.—dijo Luna y miró a Sam con Miguel.
—Ve con cuidado.—le dijo Daniel a su hija.
Luna solo sonrió un poco incómoda y salió de casa.
Robby salió del descapotable al escuchar al la puerta y se arregló un poco el traje, y alzó la mirada para ver a Luna acercarse.
Robby se quedó embobado viendo a Luna acercarse, su corazón empezó a latir con más rapidez cuando ella se acercaba hacia el.
Y ahí mismo, en la puerta de los LaRusso, Robby Keene se dio cuenta de lo enamorado que estaba de Luna LaRusso.
Luna quedó frente a Robby, esperando que dijese algo, no quería parecer ridícula.
—Gracias, tú también estás...guapo.—dijo Luna un poco nerviosa.—Ah, toma.—dijo Luna y le entregó la flor que debía ponerse Robby en la muñeca, era una flor negra, al igual que el vestido de Luna.
Robby la tomó con cuidado y se la puso en la muñeca.
—¿Vamos?—le preguntó Robby.
—Vamos.—dijo Luna con una sonrisa.
Robby dio unas zancadas hacia el la puerta del copiloto y le abrió la puerta a Luna.
—Que caballero.—dijo Luna con una risa nerviosa y se subió al coche.
Robby le cerró la puerta y se subió en el asiento del conductor.
Iban de camino al baile pero pillaron un buen trafico, estaban estancados.
—Es el destino, no quiere que vayamos.—bromeó Luna y Robby sonrió.
—Bueno, lo mejor se deja para el final, ¿no?—le preguntó con una sonrisa.
