Luna LaRusso, la mediana de la familia LaRusso, cualquiera que tuviese ojos podía ver los rasgos de Luna, porque fue adoptada por los LaRusso cuando tenia menos de un año. Y una pelea con 30 años arrastraría a cualquiera cercano al mundo karateca, p...
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LUNA estaba frente a su portátil, un poco agobiada.
Tenían que ir decidiendo universidad.
Pero ella no tenía muy claro que quería estudiar.
Pensó en lo que le gustaba hacer a parte del karate.
Sus padres querían que Sam tomase el relevo en el concesionario pero no le hacía mucha gracia.
Recordó a Kenny, en cómo le gustaba enseñarle, en ver su sonrisa cuando le salía algo bien.
Y Luna decidió sacar plaza en Stanford, así podría estar con Miguel en el caso de que los aceptasen.
Tenia que escribir la carta de presentación y de por qué deberían admitirla.
—Bueno, al menos he decidido lo que quiero estudiar.—se animó Luna a si misma.—Dejare la carta a otro momento.
Luna se sentó en su escritorio y sacó su libreta, en la cual cada día escribía lo que sentía con el sueño y el muñeco de piedra.
El sueño ha cambiado, ahora es peor, aparece Kim, obligándome a romper la piedra de nuevo, y a cada golpe que no se consigue romper aparece alguien que me importa diciéndome cosas de las que no estoy orgullosa. Cuando caigo de rodillas al suelo llorando y suplico que todos se callen, parecen hacerme caso, y aparece Robby, diciéndole que le miento por no hablar con él...
Luna estaba tan concentrada en detallar el sueño a la perfección que no escuchó los pasos detrás de ella.
—¿Qué escribes?—escuchó la voz de Robby y Luna de inmediato solo cerró de inmediato y se levantó de la silla para voltear.
—Es de mala educación entrar sin tocar.—dijo Luna nerviosa.
—He tocado.—le explicó Robby.—Y estabas demasiado concentrada al parecer.—dijo Robby y señaló la libreta con la cabeza.—¿Qué escribías?
—Nada.—negó Luna rápidamente.
—Luna, te he visto escribir.—dijo Robby con una leve risa.
—Es...—empezó a decir Luna y miró su ordenador.—Mi carta de recomendación.