Luna LaRusso, la mediana de la familia LaRusso, cualquiera que tuviese ojos podía ver los rasgos de Luna, porque fue adoptada por los LaRusso cuando tenia menos de un año. Y una pelea con 30 años arrastraría a cualquiera cercano al mundo karateca, p...
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LOS COBRAS estaban entrenando, doble puñetazo, puñetazo con la otra mano, patada, flexión, arriba y otra vez.
Los dos senseis estaban frente a ellos, en una esquina, donde estaba Luna entrenando lo mismo que sus compañeros.
—LaRusso.—la llamó Kim y Luna justo se puso en pie.—El doble de rápido.—le ordenó.
Luna no dijo nada y siguió la orden, era la única que iba a destiempo con los demás.
—¿Qué le ha dicho de por qué se fue de la exhibición?—le preguntó Silver a Kim por lo bajo.
—Mentiras.—contestó Kim y se miraron mutuamente.
—LaRusso, Lawrence, Toguchi...—dijo Silver mirando a sus alumnos.—Les haré pagar por el teatro que montaron en el Sekai Taikai.
—Son mosquitos.—dijo Kim.—Y la próxima vez que un bicho molesto se nos ponga en el brazo, lo aplastaremos.—dijo Kim.
Alguien entró y todos dejaron de hacer el ejercicio con confusión.
—Señor Keene.—dijo Silver poniéndose frente a él, pero con distancia.—¿A qué debemos el placer?
—Vengo a disculparme.—dijo y miró a los alumnos.—Os decepcioné. Os dejé tirados. Entonces no lo entendí, pero ahora se que me equivoqué.—empezó a decir Robby.—No debí irme.—dijo y Luna dejó de mirar al chico.—Debí llevaros a todo conmigo.—continuo y Luna lo volvió a mirar.—Lo que se enseña en este dojo es una mierda. Aquí se sufre y todo se basa en el miedo porque este hombre no es vuestro sensei, es vuestro enemigo.—dijo señalando a Silver.—Pero aún estáis a tiempo. Aún podéis dar marcha atrás. Y os prometo que hay otro camino.
Silver empezó a aplaudirle de forma sarcástica.
—Muy valiente, señor Keene.—dijo acercándose y Robby lo miró.—Muy valiente.—dijo quedando frente a él.—Ya te hemos oído. Ahora hablaré yo.—dijo e hizo una pausa.—En posición.—ordenó y todos cumplieron.—Pierna derecha atrás, ¡kia!
—¡Kia!—gritaron mientras obedecían y Robby los miraba, pero Silver miraba al chico Keene.
—¡Kia! ¡Kia!—obedecieron y se pusieron en formación.
Robby miró a Silver se vuelta.—No es lo mismo que te oigan a que te escuchen.—dijo Silver y Luna no dejaba de mirar a Robby.—Te han oído, pero me escuchan a mi.—le explico.—Ahora, si no te importa, tienen que entrenar.—dijo y miró a los alumnos.—Si el señor Keene o alguno de sus amigos vuelven a pisar este dojo, ¿cómo reaccionaremos?—preguntó regresando con la sensei Kim.
—¡Sin piedad, señor!—contestaron todos, excepto Luna, que miraba a Robby y Robby la miraba a ella y le asintió.